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martes, 20 de diciembre de 2011

Fosilidades y otros arabescos teóricos


El problema cubano parece andar sin manos y arremetiendo a puro pecho, cabezas rotas y balsas que naufragan hacia un destino insospechado.

Ni a izquierda ni a derecha se puede otear con algo de certidumbre. Tanto liberales como conservadores parecen enfocarlo desde la óptica puramente partidista y en base a concepciones e intereses preestablecidos, y entonces los caminos se bifurcan de tal modo que ninguno conduce al conuco productivo.

Aquello que los conservadores suponen eficaz es rechazado con furor por los liberales, y lo que resultaría acertado para los liberales, es refutado con impetuosidad por los conservadores. Cuba en el medio dejándose examinar por doctos e ignaros, halcones y palomas, mientras el musgo de los horrores se  acumula sobre ella.

Y es que Cuba no es otra cosa que un fósil a la deriva entre los vaivenes de una época que muere y otra que, entre bostezos, apenas se despereza. Nada le ha traído su pasado lóbrego y poco se vislumbra entre las promisiones.  

El debate sobre Cuba también da la impresión de estar tan fosilizado como la propia realidad cubana. Nada se torna original y mucho menos efectivo. Arabescos teóricos, alamares bien bordados, guirnaldas de papel crepé sobre el atasco nacional es lo que abunda.

Entre arcaicos y vacios postulados como “fórmulas caducas”, ”exilio recalcitrante”, “fundamentación repetida”, “blandenguería política”, “dialoguismos  absurdos”, “concesiones al castrismo” parece disolverse una retórica tan gastada y baldía como la propia actualidad cubana.

Ataquillos histéricos y poses profesorales sobreabundan en debates y medios mientras una oposición interna, sin brújula precisa ni astrolabio certero, se expone a la porra del policía inescrupuloso y al martillo de rábulas atrapados en la injusticia que representan.

Si recrudecer las sanciones al gobierno de La Habana, como arguyen los liberales, no ha dado resultados; flexibilizar las restricciones ha traído el mismo glamoroso –y clamoroso- fracaso, por lo que apelar hoy a cualquiera de las dos variantes no resultaría más que “formulas caducas” en ambos casos.

Si hoy las remesas y los viajes a Cuba son posibles –por más que los ataquemos o defendamos- quizás se lo debamos al esfuerzo de los liberales: Boca Camarioca, 1965: Lyndon B. Johnson. Puerto Mariel, 1980: Jimmy Carter. Crisis de los balseros, 1994, Bill Clinton. Demasiadas coincidencias como para que pase por inconciente o sin propósitos. Porque la emigración -como exportación socialista muy rentable- cubana es tan sui generis como el propio sistema que la genera y el modo en que es recibida. Matices para probarlo sobran pero no quiero seguir en el crochet que otros hilvanan con tanta habilidad de zurcidoras de calcetines sobreusados.

1 comentario:

  1. Muy bueno, Manuel.
    Como siempre, las ideas claras.
    Gracias.
    Un abrazo.
    __________

    ...y aprovecho la ocasión para mandarte desde aquí mis mejores deseos de paz y felicidad para estas fiestas navideñas, y prosperidad -si la maldita crisis lo permite- para el nuevo año.

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