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lunes, 30 de noviembre de 2009

CANTAR DE LA SABANA





EL ¡AY! DE TODOS LOS AYES












Por Efraín Riverón

¡Cómo la extraño! No sé
por qué me llovizna tanto
sobre el alma. Murió el canto
de la esperanza. Se fue
hacia ella misma. ¿Por qué
prefiere apagarse así,
acaracolarse allí,
en su playa gris y ciega
donde sin darse se entrega?
¿Por qué se ido? ¡Ay de mí!



¡Ay del jardín! por la fuga
de su polen, bronce y luz
que sabe entre carne y cruz
desclavar vuelo la oruga.
¡Ay del lado que conjuga
el verbo que la acorrala,
y asume la abrupta y mala
suerte, lejos de mi suerte,
con vientecillos de muerte
amenazándole el ala!



¡Ay de la espuma y el vino
que le humedecen la boca
donde el viaje que la toca
le escamotea el camino!
¡Ay de su doble destino
donde por ratos sucedo,
y a veces puedo o no puedo
salvar la tremenda duda
cuando a solas se desnuda
para vestirse de miedo!


¡Ay de sus besos heridos
por espinas de tragedia,
en una absurda comedia
de diálogos repetidos.
¡Ay de sus nuevos vestidos
remendándole el momento,
y el perpetuo movimiento
de la nieve en su mirada
que la hace una flor tumbada
en las espaldas del viento!


¡Ay de su cintura, donde
el equinoccio se quiebra
y el pétalo que la afiebra
no habla, se achica, se esconde!

¡Ay del tono que la ahonde
para encontrarse conmigo,
y quiera el férreo postigo
encarcelar sus manías,
si el pan de todos los días
sale a buscarlo en mi trigo!


¡Ay del todo que la supo
como ha sido y como es,
descubriéndola a través
de las ciudades que agrupo!
¡Ay, Señor! ¿Por qué no cupo
en mi noche con su estrella?
¡Ay de su rumbo y su huella
empolvados de vacío!
¡Ay de sus ayes, Dios mío!
¡Ay de mi amor! ¡Ay de ella!


TECLA FELIZ, QUERIDOS DUENDES






TRES POEMAS PARA NIÑOS
Por Ernesto Díaz Rodríguez



INSTANTES













Tres querubines
yo tengo en casa
y una paloma
de blancas alas.
Si ellas me riñe
muy enojada...
uno la besa,
otro la abraza.
Mas el pequeño,
desde la cama,
ríe que ríe,
salta que salta.
Y mi paloma
le grita: ¡Basta!
Y el pequeñito
baila que baila.
Hasta que estalla
la carcajada
y mi paloma
pliega las alas.

MATEMÁTICAS








1...2...3..4...
¿Quién me dice
cuántos gatos
duermen bien
en un zapato?

1...2...3...4...
Si es de mi madre
duermen diez,
y aún cupieran
otros tres
si nacieran
sin rabo.

Si es de mi padre
--pienso yo--
unos veinte
o veintidos...
Si nacieran
sin olfato.

GRILLOS CANTORES










Grillos cantores
que hasta mi almohada
cantan a coro
de madrugada.
Díganme: ¿Sólo
dos notas tienen
las verdes cuerdas
de sus guitarras?

Grillos cantores
que hasta mi almohada
lanzan sus trinos
de madrugada.
¡Cuánto yo diera
porque una hada
con su varita
los azotara!

domingo, 29 de noviembre de 2009

OTRO CANTAR



LA LUZ SUS CATEDRALES














Nadie llega hasta el alba sin consumir la noche
darle de manotazos y zancadas
componerle la brújula a los miedos
para que no delaten que temblamos
e hincarle sin piedad el pie a las tinieblas.


Si quiere amancer de frente al zócalo
donde erige la luz sus catedrales
ha de marchar ahora que entreteje
el crepúsculo su trama de celadas,
arduos desfiladeros, incógnitos demonios.
Llevar la lumbre al frente de modo que las sombras
caigan desmadejadas a su espalda.
Pisar con precaución por si las sierpes
quisieran travestirse de senderos.
Distinguir en lo hondo lo que es un fuego fatuo
y no escuchar tritonas de hoscos lupanares.


Si quiere amanecer frente a la aurora
debe llegar aún con el farol en alto.

OJEADAS







FANGOALPECHO

Por Manuel Vázquez Portal.








Cuba ya no se piensa. Se inventa. La inventan. La inventamos. Es la única forma coherente de admitirla, y quizás, hasta de redimirla. Su historia es un anecdotario tan prolijo como febril. Van revueltas heroicidades y miserias, olvidos y exageraciones, consignas y plegarias. Infierno y paraíso es a la vez esa pequeña, pobre isla . Dos verdades tan antagónicas y tozudas que se han desgastado a sí mismas en tan larga trifulca.
Cuba no existe sino en las fantasmagorías y nostalgias de cada hijo suyo. Es, según la conciben. No tiene otro modo. Por eso, miles de islas que se le parecen andan al garete por desiertos y glaciales, ciudades extrañas y países exóticos, lenguas enrevesadas y costumbres estrambóticas, y hasta dentro de la isla real, la pintan con trazos desdibujados, irreconocibles.
Unos la aman, otros la desprecian. Unos la añoran, otros la padecen. Unos quieren volver porque su Cuba era un sueño, otros no quieren regresar porque su Cuba era una pesadilla. No es lo mismo haber vivido La República, e idealizarla ahora, que haber transitado el totalitarismo. A pesar de las exageraciones, que nunca faltan. Unos quieren marcharse porque la ven sin futuro, otros quieren quedarse para crearle un futuro.
Pero, hay que mirarla en lo que será. Sin Castros. Aunque con ideas socio-ideológicas muy afincadas en la conciencia colectiva que harán difícil la tarea de reacomodar una nación devastada por cincuenta años de desastres, caprichos y enfrentamientos, falta de leyes, sin tradición democrática, sin recuerdos de lo que es la trasferencia de poderes, sin iniciativa económica privada y sin responsabilidad individual.
La vieja teoría de la solución biológica se ha materializado. Es hoy una verdad insoslayable. Juan Almeida, muerto; Fidel Castro, a medio morir; Raúl Castro, sin hígado, Ramiro Valdés, sin dos dedos de frente, y aunque los tuviera, estarían al chocar con el borde de la sepultura. Guillermo García, olvido; Machado Ventura, sin ventura, muy tarde para él. Son los jóvenes los que tienen su hora.
Mas, y aquí es donde los caminos se bifurcan, ¿qué jóvenes? ¿Yoani Sánchez, Claudia Cadelo, Gorki Aguila? No. Estos muchachos son civilistas. Les interesa ser ciudadanos de un país que no les impida realizarse como individuos independientes. Hasta ahora no han dado muestras de que les interese el poder. Aunque ya se sabe: viejo el truco: primero seda, rosas para todos: es indispensable la unidad--para ocultar las verdaderas intenciones-- y luego látigo y mandarria para quien sea.
¿Entonces? ¿Los defenestardos? No. Esos ya perdieron la poca credibilidad que les otorgaba su cargo. Perdieron su momento de perestroika y glasnot. Carlos Lage, Roberto Robaina, Felipe Pérez Roque, Carlos Aldana, que ya no se les puede considerar jóvenes, son páginas vueltas. Pólvora quemada.
¿Los jóvenes militares? ¿Alejandro Castro Espín, devenido un Pinochet, un Somoza, un Videla, o tal vez un Kim Sung Il ? Probablemente la última proposición. Pero veo más a Alejandro Castro Espín, como un Vladimir Putin tropical que, desde un primer ministeriato, quiera mover los hilo del poder tras el trono, dándole al régimen un cariz de falsa democracia a la rusa, donde Yoani Sánchez o Claudia Cadelo puedan convertirse, que Dios no lo quiera, en las Annas Politkóvskayas cubanas.
De ser así, habría que ver si los otros jóvenes, los sin nombre, sin apoyos exteriores, sin manipulaciones de camajanes, los que quieren ser ciudadanos solamente, se conformarían con una segunda colada de los Castros, y no terminarían como los jóvenes de Tianamen. Es triste. Muy triste. Pero real. Muy real. Si no se impone "el poder de los sin poder" como debió ocurrir en los primeros años de la década de los noventas, se impondrán los herederos de los Castro, y eso no traerá al país los cambios -reales- que merece.
Será entonces la hora de poner en práctica, los cambios a nivel de estructura prometidos por Raúl Castro, y que sólo conducirían a la consolidación de un sistema que no por ensayado en China o Vietnam, sería justo para un pueblo que ha soportado por medio siglo todas las precariedades económica, políticas y sociales que pueblo alguno haya podido sufrir.
Sin embargo, y frente a estas realidades, el mundo parece haberse puesto de espaldas al escenario real para imaginar piezas teatrales que nada tienen que ver con la asfixia del pueblo cubano. Europa conversa. El Vaticano conversa. Estados Unidos hace amagos de conversación, América Latina, a punta de petrodólares chavistas, asiente y va de turismo. España a la vanguardia del delirio.
La disidencia interna se desangra, cada día más aislada y abandonada por intereses espurios que la alaban desde tribunas lejanas y la traicionan al arribar al aeropuerto de La Habana. Pero más triste aún, se ladran y mordisquean entre ellos. Piden su sitio en la fila, como si hubiera llegado el pollo a la carnicería o el aceite vegetal a la bodega, y todos quisieran ser el primero en la larga cola de héroes que ha generado medio siglo de resistencia ante los Castro.
El exilio tradicional ha envejecido junto a los líderes comunistas. Ven también su solución biológica como una posibilidad tangible. Y no por ello dejan de tirarse de los pelos y arañarse. El exilio más joven batalla entre divisiones y luchas por un espacio que aún no tienen. La isla sigue, como hace cincuenta años, con el fango al pecho y no ve todavía una salida del lodazal que la envuelve. Habría que pensar con más calma, menos pasiones, menos invenciones, menos ambiciones, y un poco más de solidaridad.

sábado, 28 de noviembre de 2009

CANTAR DE LA SABANA






Y SIN EMBARGO

Por Ángel Cuadra


No es amor y, sin embargo,
te clavas en una esquina
del pecho, como una espina
de punta azul. Leve, cargo
tu peso profundo y largo.
No es amor, pero me vienes
como un embullo de trenes
por la madrugada pálida
dando júbilo a la cálida
soledad de los andenes.


No es amor, pero un acecho
de surco ávido y caliente
se abre, ansioso de simiente,
sobre la tierra del pecho.
No es amor, pero se ha hecho
ya costumbre este no ser
esta impresión de tener
noción de lo indefinido,
encontrándole sentido
oculto, sin comprender.

No es amor, pero atraviesas
mi escarcha con suave prisa
y una rosa de ceniza
a darle color empieza.
No es amor, y me regresas
a un ambiguo clima amargo
cuando te vas en el largo
tren oscuro del adiós;
muero al borde de tu voz...
y no es amor, sin embargo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

OTRO CANTAR


MARCHA TRIUNFAL


Cuando no tuvo a nadie
a quien vencer
se sintió derrotado.
Quedar sin enemigos era el final del viaje.
                
                    Era el final del viaje.
Ni un grito de fiereza,
un hueso calcinado,
un charco de arrebol sobre algún pecho,
ninguna viuda núbil que esperara.

      


Llegó.
Llegó el guerrero ínclito
vencedor de las trampas,
la muerte, los amores.
Llegó.
Llena la alforja de ánforas y preseas,
encallecida el alma.
               


Llegó la soledad,
lanza de fuegos igneos, y le quemó los ojos.
A tientas divisó la lobreguez de las hazañas:
sólo tocones muertos arboreaban el bosque
donde el mirlo abortó las sinfonías,
sólo hierbas quemadas bordaban las praderas
donde una vez la flor inventó su arco iris,
un río de coral fluía hacia la nada,
y el castillo de cráneos descarnados flotaba como un trasgo.
                     


Era el final del viaje
Llegó.
Clavó su lanza.
torpe símbolo fálico,
en la inmunda vagina de tinieblas.





Desde tanta ceguera abrió nueva mirada.
Llorando se rindió a sus propios sollozos.



jueves, 26 de noviembre de 2009

TECLA FELIZ, DUENDES QUERIDOS



TRES POEMAS PARA NIÑOS

DESPERTADOR
                                                                   
El reloj
tiene una bruja
que muy tenprano
estornuda
y hace sonar la campana
en cuanto
el alba despunta.


El reloj
tiene una bruja
que ya no usa
la escoba,
anda volando, volando
en un avión de melcocha.


El reloj
tiene una bruja
que no es una bruja mala,
cuando me llama en la cuna
yo no me asusto
ni nada.

EL GNOMO

El gnomo de la pared
tiene una chaqueta verde,
unos zapatones lilas
y un gorro con cascabeles.


El gnomo de la pared
hace días que no viene,
le pregunto a mi mamá
y dice que tiene fiebre.


¿Qué le pasará a mi gnomo?
¿Será que ya no me quiere?


EL GÜIJE


En el patio
hay una mata
donde un güije
se pasea.
--Vamos, para que lo veas
pues tiene
la nariz chata.
Toca rumba
en una lata
y tonadas en un tres,
pero las canta al revés
pues tiene al revés
las patas.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA POLILLA IMPERTINENTE




CUBA, UNA REALIDAD GLACIAL
(Desde Manuel Vázquez Portal hasta Yoani Sánchez) 
Por Don Alternán Carretero



Los poetas inmaduros imitan, los poetas maduros roban, los malos poetas desfiguran lo que toman, y los buenos poetas lo convierten en algo mejor, o al menos en algo diferente. El buen poeta integra su robo en un todo de sentimiento que es único, patentemente distinto de aquello de lo que fue arrancado; el mal poeta lo estampa en algo que no tiene cohesión. Un buen poeta tomará prestado generalmente de autores lejanos en el tiempo, o extranjeros en la lengua, o de intereses diversos, decía el poeta y crítico estadounidense, Thomas Stearns Eliot.


Sin embargo, en Cuba semejante hipótesis no es aplicable.  Para ello sería necesario que la realidad cambiara, y los escritores y poetas se vieran obligados a tratar su circunstancialidad a partir de las esencialidades abordadas por sus antecesores, renovándolas. Lo que verificaría el axioma de Eliot. Pero ocurre que en una realidad congelada por cincuenta años, las circunstancias son las mismas. Para retomar la realidad, los textos de hoy son tan similares a los de hace diez o veinte años que pareciera calco puro.
Si se habla de periodismo, la cuestión se agudiza. El periodismo es el retrato de un instante -según el profesor Alberto Muller- y como el mismo instante -por estar sometido al estatismo- es eterno, la crónica es también eterna.
Un tema escrito hace 10 años mantiene una vigencia tal que cualquier sucesor que lo retome corre el riesgo de pasar por imitador sin gracia, pero no es su culpa. Quizás nunca haya leído la crónica anterior, mas, como el instante es el mismo lo refleja de idéntico modo.
Si les resulta muy enrevesado el asunto, les pongo un ejemplo en el cual se hace palpable el dilema. Observen con cuidado esta dos crónicas sobre una misma realidad hibernada por un gobierno estatista.

Los días del agua
Por Manuel Vázquez Portal.

LA HABANA, (febrero-4-1999) www.Cubanet, org. Darse una ducha en Cuba es casi un privilegio. No piense jamás en un baño de inmersión, alberca llena y sales minerales. Una jacuzzi, más que un sueño, puede ser un delirio. El cubo y el jarrito son el lujo del baño cubano. Y no es sólo por la escasez del jabón, la falta de toalla, la dolarizacion del shampú, sino porque el agua, ese sencillo líquido que nos rodea, no llega comúnmente a la zona donde residen las personas.

De niño vi en mi pueblo innumerables artificios para elevar el agua hasta la cantarina regadera de la ducha familiar. En la mayoría de los patios existía un pozo, en la mayoría de los pozos existía una bomba eléctrica o manual para impulsar el agua hasta los tanques que allá en su altura abastecían el hogar. Darse una ducha a cualquier hora del día era lo más normal del mundo. Los políticos de entonces podían cacarear en cada campaña electoral que bajo su gobierno sí se acometería y terminaría el tan prometido acueducto, porque a nadie realmente le importaba, cada quien resolvía por sus propios medios. Lo más engorroso era bombear el agua hasta los tanques, pero para eso existía un hombre pequeño, enteco y subnormal, que desde temprano recorría el pueblo, y por un par de pesetas realizaba la ardua tarea. Pedro Turbina, lo apodábamos los muchachos.
Por fin, allá por la década del 60, tuvimos acueducto. Los pozos se fueron sellando, las bombas manuales desaparecieron. Pedro Turbina se quedó sin empleo y murió olvidado por todos. El pueblo creció y el agua empezó a escasear. Los primeros aseos con cubo y jarrito me parecieron una fiesta. Me hacían recordar los primeros años cuando mi madre, cuidando de que la jabonadura no me cayera en los ojos, me enjuagaba la cabeza. Cuando el cubo y el jarrito se volvieron costumbre ya me parecía una tortura.
Jarrito para lavarse la cara, jarrito para cepillarse los dientes, jarrito para la intimidad nocturna. Cubo para el fregadero, cubo para la batea, cubo para el inodoro, ¡de cubo y jarrito! Los grifos olvidaron su rumor cristalino.
Partí de mi pueblo una mañana y entre tantas cosas que quedaron atrás pensé que el cubo y el jarrito también se borrarían de mi vida. Qué chasco. La Habana era casi un desierto. Mi primer alojamiento fue en Centro Habana. La ducha era allí un recuerdo oxidado empotrado en la pared. En La Lisa, un tanque de 55 galones debía alcanzar para dos días. Había que contar los litros de cocinar para no quedarse sin fregar. Luego vino Mantilla y el Vedado. Más tarde El Cerro y Alamar.
Llevo más de veinte años con el cubo y el jarrito a cuestas. Qué difícil es para el cubano darse una buena ducha. ¿Volveré algún día a sentir sobre mis hombros ese aguacero íntimo, relajante, purificador, que tanto nos alivia antes del sancochito nuestro de cada día? *


DIEZ AÑOS DESPUÉS...


Generacion Y

Cubo y jarrito

Por Yoani Sánchez

Mayo 25th, 2009.

Bajo el lavamanos descansa el cubo plástico con el que se baña toda la familia. Hace más de veinte años, las tuberías colapsaron y para usar el servicio hay que cargar el agua desde un tanque en el patio. Cuando llega el invierno, se preparan un baño tibio gracias al calentador eléctrico hecho con dos latas de leche condensada. Ninguno de los niños de la casa conoce la sensación del chorro cayendo sobre sus hombros, pues el agua sólo entra una vez por semana. Nadie puede –entonces– malgastarla en una ducha.

Al ritmo del jarrito que baja y sube se asean la mayoría de las personas que conozco. La depauperación de las redes hidráulicas y los excesivos precios de las piezas de plomería contribuyen al estado calamitoso de las toilettes. Ese momento íntimo y placentero que debe ser el acto de lavarnos el cuerpo se convierte en una secuencia de incomodidades para buena parte de mis compatriotas. Al mal estado de la infraestructura hay que agregarle que para comprar champú y jabón se necesita esa otra moneda con la que no nos pagan los salarios.
Juan Carlos y su esposa conocen bien de sequedades y noches vigilando las tuberías. En su casa, el preciado líquido llega cada siete días y sólo tiene presión para salir por una cañería pegada al suelo. Para esta pareja, el cubo y el jarrito son herramientas imprescindibles sin las que no lograrían cocinar, lavar o limpiar la casa. Tantos años sin poder abrir la pila y enjuagarse las manos los han obligado a desarrollar una metodología que hoy nos explican en estas imágenes. Es una breve demostración que -al decir de mi delgado amigo- “les va causar risa, pero es patético y trágico lo que está ocurriendo en nuestro país”.

*Existe otra versión de Los días del agua, publicada en El Nuevo Herald de Miami, el día 21 enero de 2008, por Manuel Vázquez Portal.

DOS MAS DOS, SON 75



HEROE SIN PROPONÉRSELO

Por Manuel Vázquez Portal


Héctor Maseda Gutiérrez es un hombre que ama la libertad y gusta de la verdad. La libertad para él ha sido, y es, el engrandecimiento del ser humano, el respeto al semejante y la posibilidad de pensar y expresarse que tiene cada individuo.


La verdad no la ve como única e irreversible, sino que la asume plural, abierta, susceptible de cambios para que en su fortaleza no devenga dogma irrevocable. Gusta de la discusión sin censura y del diálogo aportador.


Nunca lo vi imponerse como dómine, a pesar de su sabiduría. Nunca lo vi dictar desde la alta cátedra humana que es. De sencillez se engalana su espíritu. De nobleza y generosidad se visten sus acciones. De tesón se construye su cotidianeidad. De perseverancia se hacen sus anhelos. Alcanzó la dimensión de héroe sin proponérselo. Sólo aspiraba a ser un buen ser humano.


Un día me lo presentaron porque él quería hacer periodismo independiente. Venía de la política disidente. Era uno de los líderes del Partido Liberal. De palabra fácil y pensamiento hondo, pidió que lo entrenara. No llegaba a solicitar propaganda para su tendencia política ni a buscar lauros personales. Arribaba a incorporarse al periodismo como búsqueda de la verdad, como vía de apoyo y de defensa de toda la sociedad cubana. Sabía de las imposiciones de la política oficial y de la manquedad de la información que padecía, y aún padece, la nación. Traía sólo la intención de ser útil.


Trabajamos juntos por muchos años. Fue para el Grupo de Trabajo Decoro equilibrio y disciplina. En poco tiempo se convirtió en uno de los periodistas más agudos y prolijos de la pequeña agencia. Si en un principio, quizás herencia de sus quehaceres políticos, sus textos tenían un aliento editorializante, muy pronto alcanzó pleno dominio de las técnicas periodísticas y sus artículos, reportajes y comentarios se distinguieron por su objetividad, veracidad y pulcritud profesional.


Y, tal vez, fue eso lo que no le perdonaron los represores gubernamentales, que fuera lumbre de su propio fuego, que se alzara como individualidad valiosa e imitable, que su ejemplar conducta, su sentido liberador lo distinguiera.


Con veinte años de cárcel quisieron reducirlo, doblegarlo, acoquinarlo. Pero volvieron a chocar con su hombradía. Casi siete años lleva ya Maseda en los calabozos de un régimen despótico y cruel y su hidalguía sigue incólume. Desde la oscuridad de la celda en que lo han confinado se ha erguido sin temores. Desde su celda ha brotado una luz que los agricultores de la sombra desconocen y temen. La luz que envuelve a los amantes de la libertad y la verdad.


De manos de su esposa, Laura Pollán, me ha llegado el libro que Maseda, con entereza e inteligencia, ha trazado en la lobreguez de su encierro. Un libro lúcido y desgarrador. El testimonio de un hombre al cual las calamidades personales no han hecho más que radicalizarlo en su afán de borrar las calamidades que padece su pueblo. La historia fiel de los desesperados y fallidos intentos de un gobierno brutal de silenciar la verdad.


Héctor Maseda se eleva en este libro. No hay fanfarronería ni desplantes en sus narraciones. Hay eso sí, la confianza que los grandes hombres tienen en el futuro. Cuando se hable del presidio político cubano, habrá que acudir a este libro para saber cómo se crecían los héroes de una historia que no ha de repetirse cuando los seres humanos como Héctor Maseda hagan valer sus sueños.





DEUDA


Por Heriberto Hernández


La primera palabra que me viene a la mente, leyendo una noticia reportada por el periodista independiente Guillermo Fariñas (Cubanacán Press) desde Santa Clara, Cuba, es "deuda"


"El prisionero de conciencia Librado Linares García se negó a ser desterrado de su país, hace tres semanas en la prisión de Ariza, provincia de Cienfuegos, al rehusar viajar a España"


La "década de los ochenta", como se le llamaría después, estrenaba sus primeros meses, agitada y confusa. Los viajes de "la comunidad" y después el sismo de "el Mariel", abrieron heridas que sangrarían mucho tiempo. En tanto, los muchachos del "pre", seguíamos centrados en el objetivo, sino único, más importante de nuestra existencia, llamar la atención de la chica que se nos antojaba "la mas linda del mundo" Algo de verdad pudo existir en tal exageración ya que la mayoría coincidíamos. El caso es que todos le odiamos, cuando apareció un día con sus aires despreocupados, la besó al salir, delante de todos nosotros, como si nada extraordinario estuviese pasando y caminaron tomados de la mano, calle abajo.


"Desde que me encontraba en la cárcel Combinado del Este en La Habana, la policía política me ha propuesto la libertad con la condición de abandonar Cuba pero no he aceptado, porque sería el destierro de mi propia patria.".


Años después, un buen amigo y excelente poeta, me habló de sus ideas y su determinación de "hacer algo" para que las cosas en el país fueran de otro modo. Quise saber más pero ese "algo" era tan difuso que me pareció más un deseo que una realidad. Conversamos brevemente en dos ocasiones, una, un simple intercambio de saludos; la otra, de visita yo en casa de mis padres, salí a la puerta de la calle, curioso por ver quien era el joven que mi hermana se apresuraba a salir a ver cuando pasaba todas la tarde a tomar el ómnibus que transportaba a los empleados para el turno nocturno del recién inaugurado central azucarero "Batalla de Santa Clara" Me saludó cordial y me propuso conversar en algún otro momento, sin la premura que imponía la ocasión. No ocurrió.


"No criticamos ni condenamos a ningún hermano nuestro de lucha e ideas, que opte por exiliarse, pues es su derecho plasmado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Además, a todos los que sacaron de la isla para España están muy enfermos, pero yo aunque me muera detrás de las rejas, no saldré de mi tierra".


Yo siento que le debo esta conversación y pienso que todos los que deseamos para Cuba algo diferente, tenemos una deuda con los que decidieron "hacer algo".


Librado Linares García: Camajuaní, 1960. En 1991 obtiene el título de Ingeniero en Control Automático (electrónico) en la Universidad Central de Las Villas. Secretario general del Movimiento Cubano Reflexión. Ha mantenido una trayectoria vertical en la oposición. Fue electo presidente de la comisión No. 11 de Concilio Cubano en 1996. En 1998 funda el Movimiento Cubano Reflexión y luego se integra al bloque "Todos Unidos" en 1999. Condenado a 20 años de privación de libertad durante la ola represiva conocida como La Primavera Negra de Cuba, en el año 2003, padece de pérdida total de visión en su ojo izquierdo y sufre la pérdida paulatina en su ojo derecho, además de estar enfermo con serios trastornos gástricos tras una intervención quirúrgica.




martes, 24 de noviembre de 2009

DEJAME QUE TE CUENTE














CUALQUIERA ARREGLA UN  FOGON*      

Por Sindo Pacheco


A usted nunca se le ha roto un fogón, ¿verdad? Es muy sencillo. Imagínese que son las once de la mañana y que al llegar a su casa, muerto de hambre, se encuentra el fogón tan apagado como el día que lo compró hace pila de años.

—Un fogón lo arregla cualquiera —te dice la mujer.
Y descubro el salidero junto a la válvula del tanque. Por suerte uno siempre guarda su valvulita de repuesto, así que tomo el tanque, que pesa como un condenado, y me dirijo al taller donde reparan fogones.

—Lo siento mucho, no hay oxígeno para soldar —la señora se encoge de hombros mirándome casi con solidaridad.

Doy media vuelta y me llego al Taller Mayor, donde sueldan mesas de cabillas, pero un vecino me informa que hasta la una no abre. Consulto el reloj y, como dispongo de tiempo, salgo en busca de un teléfono público.
—¿Es la Empresa Eléctrica?... Oye, Pepe... es para decirte que voy a llegar tarde... Se me rompió el fogón… Yo sé, yo sé, ¿pero qué tú quieres...? Sí, sí, un fogón lo arregla cualquiera...

De regreso al Taller Mayor, que ya está abierto, veo a un soldador y le muestro el tanque.
—¿Un tanque? —me dice, como si hubiera visto lo más absurdo del mundo—. Tienes que darle vapor allá en la Fábrica de Globos. Tú quieres que volemos por los aires. Además…

Pero no oigo lo que dice porque ya estoy en el camino con el tanque al hombro.

—Compañero, necesito soldar este tareco. Me dijeron que hay que darle vapor.

—Sí, pero tiene que esperar. Hay otro tanque adentro.

—¿Y demora mucho?

—Par de horas.
Vuelvo a mirar el reloj: hasta las cuatro. Nada, que ya no puedo ir al trabajo esta tarde...

Y llamo de nuevo a Pepe y de paso agarro unas croquetas en el bar de la esquina.

Al fin entran el tanque, y respiro aliviado; pero cuando me lo devuelven, está echando humo, y pierdo media hora más esperando que se enfríe.

Cuando paso por el Taller Mayor, ya está cerrado y sigo para la casa.

—¿Resolviste? —me pregunta la mujer.

—Más o menos. Vístete que vamos a comer fuera.

De regreso llego a casa de Pepe.

—Todavía no he resuelto. Así que mañana voy un poco tarde.

Y por la noche sueño con un tanque de fogón lleno de huequitos por todas partes.

Me levanto a las seis y parece que con el pie derecho, pues el administrador en persona está ahí.

—Chico, aquí se pudiera resolver, pero esa válvula es de bronce.

Ah, sí —mira que uno aprende cosas sin querer—. ¿Y qué tiene que ver que sea de bronce?

—¡Hombre!, que no puede soldarse con electricidad. Tiene que ir a un sitio donde haya oxigeno y acetileno, ¿entiende?
—Sí, más o menos.

—Mire, por esa calle al final, hay un taller de tractores. Lléguese a ver.
Le doy las gracias y sigo.

—Buenas.

—Buenas.
—Compañero, ¿con quién se puede hablar aquí para una soldadura?
—le pregunto al primero que veo, mostrándole el tanque—. Ya tiene vapor y todo.

—Aquel de la camisa gris, es el jefe del taller, pero le va a decir que no.

Tremenda recomendación, pero bueno, no hay peor gestión que la que no se hace...

Y el jefe de taller me dice lo mismo que me advirtió el otro.

—Usted ve, antes se le resolvía a todo el mundo. Todo este barrio venía a parar aquí, pero de la Empresa lo prohibieron...figúrese...

Hace una pausa y se anima un poco.

—¿Ya fue al taller de los mangos, y al de las guaguas?...

Le digo que no y sigo. Dos lugares más como dos nuevas esperanzas, pero advierto que son las once de la mañana y me voy a la casa.

—Un hombre ha estado buscándote —me dice Aleida.

—A lo mejor quiere ayudarme.

Luego que almorzamos en la pizzería, regreso, y a seguir tumbando con el tanque a cuestas. Hace día y medio que no voy al trabajo.

Al fin llego al taller de los mangos.

—Oiga..., ¿el administrador se encuentra?...

—Soy yo mismo —me suelta el hombre.

Y todo ha sido tan rápido que no he podido ni prepararme.

—Mire...Se me rompió el fogón... (le muestro la válvula), me hace falta...

—No —me interrumpe el administrador.

Y con la misma me da la espalda, indiferente a mi pena. Miro el tanque con lástima y sigo. Aún me queda una oportunidad.
Consulto el reloj: las cuatro.

—Buenas tardes.

—Buenas.

—Compañera, aquí hay soldadura, ¿no?

—Sí

—¿De oxígeno y acetileno?

—Sí

—¿Se podrá soldar esto?

—Sí, cómo no, pase al fondo y pregunte por el soldador.

¡Vaya, menos mal que voy a salir de todo esto! Es verdad que las cosas que dan trabajo, se quieren más. Nadie sabe lo que vale soldar un tanque de fogón.

—¿Usted es el soldador?

—Sí...

—Mucho gusto, el asunto es que se me rompió el fogón (le muestro la válvula). Me hace falta...

—Mire —me interrumpe, mostrándome un hierrito.

—¿Qué es eso?

—¿Esto?... Bronce. El último que queda y no da para nada.

Y parece que el hombre ha visto la cara que tengo, porque enseguida continúa.

—Pero no se desanime, hombre. Vaya por los talleres por ahí a ver si le regalan unas cuantas varillas. Después venga que yo se le resuelvo.
Y salgo pensando a dónde ir. Al taller de los mangos, ni hablar. Y doblo rumbo al taller de los fogones.

—Mire, compañera: hace día y medio que no voy al trabajo. Tengo el fogón roto y un niño que mantener. He estado en todos los talleres del pueblo por una soldadura que se hace en dos minutos. Ahora vengo de un sitio donde me van a resolver, pero necesito un pedazo de bronce, vendido, prestado, regalado...

La mujer oye mi discurso y se compadece, pero no pasa de ahí, porque el único que podía resolverme era el administrador y estaba para la Empresa.

—Pero, compañera... Donde primero yo estuve fue aquí y no había oxígeno, allá hay oxígeno y no hay bronce, ¿se da cuenta?

—Aquí ya hay oxígeno —me dice de pronto la señora, sin advertir que me ha abierto otra perspectiva. Qué increíbles son las mujeres...

—Entonces... ¡entonces se puede soldar aquí!...

—Sí, pero hasta mañana no te garantizo nada. El único soldador está movilizado.

Y busco el tanquecito y se lo traigo porque ya están al preguntarme si vendo algo. Dos días con un tanque de fogón a cuestas.

Hoy me levanto y lo primero que hago es llegarme a la Empresa para excusarme y decirle al jefe que necesito terminar con el dichoso problema, pero el hombre que está en la puerta me detiene.

—¿Usted es Peñate?

Y cuando le digo que sí, los ojos comienzan a brillarle como si hubieran visto un milagro.

—Al fin —me dice—. Hace dos días que no voy al trabajo, cayéndole atrás por todo el pueblo. Desde el martes estoy sin luz. Yo creo que se quemó el contador...
Y entonces yo aprovecho y lo consuelo:

—No se preocupe, compañero, un contador lo arregla cualquiera.



*El cuento que acaban de leer  fue escrito en Cuba, en la década de los ochenta.