La dictadura cubana encabezada por los hermanos Fidel y Raúl Castro se ha vuelto diestra en sortear las medidas impuestas por las diferentes administraciones estadounidenses, a tal extremo que ha sobrevivido 54 años mientras un pueblo envejece, escapa y muere sin conocer la democracia.
Tanto las tácticas republicanas como demócratas solo han servido para que la comunidad cubana en la diáspora, influida por intereses partidistas, y la oposición interna, con un absoluto desconocimiento de los entresijos de la política norteamericana, se adhiera o se distancie de ellas.
Once presidentes, seis republicanos y cinco demócratas, se han sucedido en Estados Unidos desde que los Castro se apropiaran del poder en Cuba. Se tiene la idea de que los republicanos han sido quienes más han recrudecido las presiones sobre el gobierno comunista. Pero la historia prueba lo contrario.
El embargo y la ruptura de relaciones diplomáticas son hijos directos de la administración demócrata de John F. Kennedy. La ley Helms-Burton fue aprobada bajo la administración demócrata de Bill Clinton. Sólo la inclusión de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo se decidió bajo la administración republicana de Ronald Reagan.
Luego de 28 años de aislamiento e incomunicación, es con la administración demócrata de Jimmy Carter que se inicia la tendencia de acercamiento y distención con La Habana, cuyo resultado más visible fue el éxodo masivo por Puerto Mariel que trajo a territorio norteamericano más de 120 000 cubanos decepcionados con el socialismo, pero que antes de enfrentarlo decidieron escapar. Eso ya había ocurrido con Lindon Johnson y se repitió con Bill Clintón, lo que podría probar que la flexibilización en vez de provocar rebelión o cambios desde el poder, produce evasión.
A partir de ese punto de inflexión, y luego de dos mandatos consecutivos de Ronald Reagan, quien se llevó los lauros de la caída y desaparición del socialismo real en Europa del Este, es que las tendencias partidistas estadounidenses han divergido notoriamente en cuanto a la política hacia el régimen castrista y se ha desbocado una confrontación de extremos.
Los demócratas, quizás tratando de revertir “los daños” provocados por “los errores” (embargo/ Ley Helms Burton) de sus administraciones anteriores, a partir de Carter han asumido una posición de flexibilización de dichas sanciones. Los republicanos, por su parte, han tratado de conservar esos instrumentos de presión y ambas posturas se han radicalizado hasta el atrincheramiento, mientras la dictadura cubana aprovecha la fisura para maniobrar y sobrevivir.
Hoy, 27 de febrero de 2013, bajo el segundo mandato de la administración demócrata de Barack Obama, y en medio de una frenética carrera por flexibilizar todo lo flexibilizable, las tres medidas (embargo/ley Helms Burton/lista) constituyen el vórtice del “vientecito platanero”, no puedo catalogarlo de ciclón, que estremece la geografía del tema cubano, pero no por ello puede asegurase que las consecuencias vayan más allá de leves charcos que más tarde se secarán bajo el sol.
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