Alguna
que otra vez hay que morirse,
lograr
la impavidez de los glaciales,saber que los sucesos son iguales,
y a los dioses les basta con reírse.
Alguna
que otra vez hay que sentirse
como
esos mismos dioses, tan igualesde fríos, de ajenos, de inmorales.
Alguna
que otra vez hay que erigirse
sobre
la fetidez, el asco, las traicionesy desdeñar ensueños y pasiones
sin el menor dolor, sin compromiso.
Alguna
que otra vez darle permiso
a la
bestia que somos en el fondoy dormir como un ángel en lo hondo.
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