El texto que van a leer lo escribí y publiqué el 30 de diciembre de 2009. Aun Orlando Zapata Tamayo estaba vivo, y preso, y en huelga de hambre. Hoy, hace tres año murió preso, y en huelga de hambre. No es una muerte sin rastro, en ella están las huellas, indelebles por demás, de la dictadura castrista. Hay un dedo acusador apuntando directamente hacia Raúl Castro.
Aquí aquel viejo texto que hoy me duele como si lo hubiera escrito hace unos minutos.
¿Qué fuentes ha querido componer Orlando Zapata Tamayo, qué cañerías rotas, qué conductos tupidos?
Orlando Zapata Tamayo está preso desde marzo de 2003. Aquella Primavera Negra de hace casi siete años lo sorprendió tratando de llevar el agua fresca de la libertad a los hogares cubanos. Preso aún ha tratado de que el cantar de la fuente no cese. Él no ha cesado de componer grifos, de purificar los estanques, de sellar salideros. Por eso su condena total es de 36 años de cárcel, impuestos por la Policía Política cubana en 9 juicios a puertas cerradas, en los que no han participado sus familiares, ni le han brindado derecho a abogados para la defensa.
¿Es Cuba un acueducto descompuesto que mata de sed a sus ciudadanos? ¿Una alcantarilla desbordada que asfixia con sus aguas negras y su fetidez a los habitantes que la pueblan? ¿Un muro derrumbado que no quiere aceptar su desplome?
¿Cómo llamaría el canciller Miguel Ángel Moratinos a Orlando Zapata Tamayo si fuera español?
¿El fontanero del alma?
Para nosotros es el plomero de los sueños.
Orlando Zapata Tamayo: un plomero humilde –como se le dice en Cuba a los fontaneros- ha soñado con que el agua de la sociedad sea límpida, que corra transparente y sin valladares que le impidan el salto y el murmullo, que inunde los sembradíos y las cocinas, que el campesino no tenga que esperar por el milagro del gobierno para ver crecer sus hortalizas, que las mujeres no tengan que medir con jarritos sus fregados.
Orlando Zapata Tamayo es un albañil decoroso a quien por aspirar a que el muro dé paso a todas las puertas y ventanas, le han cerrado todas las puertas. Entonces él se ha visto obligado a abrir la única posible: morir porque se abran todas.
Desde el 3 de diciembre Orlando Zapata Tamayo se ha declarado en huelga de hambre. Tiene en sus manos una llave de extensión para resistir ante la barbarie y una cinta métrica para que todos sepan el largo de su coraje.
Pero la cloaca quiere arrastrar con sus heces a la bondad y el amor. Orlando Zapata Tamayo batalla con las pocas herramientas que posee: su sangre, su valor y su entereza. Es de los plomeros que no se amilanan frente al torrente desbocado. Mientras los albañales quieren ahogarlo él pone para la libertad sus manos y su frente “como un árbol carnal, generoso y cautivo”.
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