Un bolero y el tedio eran su compañía.
Un bolero muy triste, desgarrado a morir.
Fumaba. Era la sombra. Y la melancolía
trepaba la paredes.-¿Quién me lo iba a decir?-
decía con voz queda. Quería repetir
la vida en la memoria. Se imponía
ser otra vez la aurora, el as, el porvenir.
Lloraba. Estaba viejo. Pero no se rendía.
Violeta, la muchacha, hija del trovador
que le robó la novia, que le robó la fama
lo aliviaba a tisanas, lo mataba de amor.
Soñaba el pobre viejo. La mirada vacía.
Vacía la botella, el corazón, la cama.
Un bolero y el tedio eran su compañía.
Maestro, apretando con los sonetos.
ResponderEliminarSolo ensayo. El espectáculos, tal vez, sea después.
ResponderEliminarUn abrazo