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martes, 2 de octubre de 2012

Un bruno capitalismo a la parrilla


El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien se reunió el 28 de septiembre en Nueva York con un grupo de cubano-americanos, dejó bien claro -a pesar de ser un hombre muy bruno- que Cuba no está para zambumbia ni chinchales.

El hombre quiere café fuerte y capitalismo a la parrilla. Nada de quileo y manufactura menesterosa sino el premio gordo de las finanzas internacionales y la industria de alta tecnología.

Ello quedó patentado cuando para responder a una pregunta sobre la participación de los emigrados en el sector privado dentro de la isla, el diplomático explicó que, aunque existe “la base legal para que los cubanos de la emigración inviertan”, al gobierno de los Castro no le interesan aquellos que puedan aportar 100 mil, 200 mil, 300 mil dólares, porque lo que “demanda” la isla son miles de millones.

A renglón seguido, Rodríguez Parrilla, calificó taimadamente de “muertos de hambres” pretenciosos a los potenciales inversionistas cubano-americanos cuando aseguró que “Cuba anda buscando inversiones que son de magnitud a las que no llega como regla la emigración”. Más claro ni la zambumbia que pretende llegar a ser café: Queremos el capitalismo ya fabricado y floreciente porque hemos malgastado medio siglo tratando de construir el socialismo, y ha sido en vano.

Así que ya saben: se vende Cuba pero no a precio de jinetera sino al costo de una dama de compañía en Paris. Apresúrense los verdaderos millonarios, jeques petroleros, magnates financieros, corporativos industriales, capos del narcotráfico que la subasta está abierta. ¿Quién da más?





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