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jueves, 31 de enero de 2013

Yoani Sánchez y el Tomoe Nague político de los viejitos Castro


El judo es el arte marcial que más usa la fuerza del contrario. Un anciano, aparentemente endeble, puede estrellar contra el suelo al más fornido adversario. Para ello lo más socorrido es el Tomoe Nague, al que, en ocasiones, se le llama “el movimiento de los viejitos”.

Este movimiento consiste en situarse frente al contrincante, apresar sus brazos, empujarlo para que reaccione con fuerza hacia adelante, y en ese preciso instante, aprovechando la fuerza del otro, dejarse caer hacia atrás, levantar –flexionada- una de las piernas, colocarla a la altura de la cintura del contendiente y cuando ya esté sobre nosotros estirar bruscamente la pierna y lanzarlo hacia arriba haciéndole dar una voltereta frontal que lo lanzará de espaldas contra el suelo.

Ello, ni más ni menos, ha sido lo usado ayer por el gobierno cubano contra Yoani Sánchez al entregarle su nuevo pasaporte. Ha apelado a la visibilidad y credibilidad alcanzada por la bloguera para demostrar que la política cubana está cambiando. Nadie mejor para limpiarnos el rostro que quien nos lo ha ensuciado.

De ahora en adelante nadie, con voz que sea escuchada, volverá a afirmar que no lo dejan salir del país, y si lo hace, no le creerán o lo acusarán de tener “alguna caquita” que lo invalida, como ha sido el caso de Ángel Moya o José Daniel Ferrer.

Tras haberle negado en más de una veintena de ocasiones el aborrecido y humillante “permiso de salida” y haberse creado con ello un torrente de “mala prensa” en cuanto a la libertad de movimiento, ahora el gobierno cubano, estira el brazo y coloca un documento, que nunca debió ser negado, en manos de Yoani Sánchez, para que ella misma, como embajadora involuntaria y plenipontenciaria, difunda por el mundo "la buena nueva", y con su popularidad, se encargue de hacerle “la buena prensa” que necesitan.

Limpio Tomoe Nague político. ¡Ippon! Decretaría eufórico cualquier juez ante la precisión del movimiento. Nada. Que más saben los Castro por viejos que por diablos, y hay quienes aún creen en Los reyes magos.

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