Creer que se puede negociar con una dictadura totalitaria es de una ingenuidad rayana con el candor infantil. Las dictadura convenian para joder la democracia no para establecerla, sino perderían su esencia. Las dictaduras se aprovochan de la ductilidad negociadoras de las democracias para mantenerse inflexibles, para no ceder. Pero los demócrtas no han aprendido la lección. Un hipopótamo no puede copular con una hormiga, por obvias razones de compatibilidad. La democracia no puede negociar con la dictadura por la esencial incompatibilidad que las hace diferentes.
Sin embargo, el presidente chileno Sabastián Piñera ha asegurado el domingo que Raúl Castro se comprometió a colaborar en la investigación sobre los presuntos autores del asesinato en 1991 del senador Jaime Guzmán, ideólogo de la dictadura de Augusto Pinochet, a manos de miembros del grupo de ultraizquierda Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), que según versiones residen en Cuba.
No dudo que el gobernante cubano se haya comprometido, como tampoco dudo que falte a su compromiso. La historia de este tipo de negociaciones con los hermanos Castro es turbia y extensa.
Todavía hay en Cuba “Panteras Negras” que adeudan cuentas con la justicia estadounidense. Todavía hay en Cuba “Eterras” sobre los cuales penden investigaciones de los tribunales españoles. Todavía no se sabe a ciencia cierta que ha sido de ciertos narcotraficantes que residieron en Cuba por mucho tiempo. Por lo que creo que a Piñera no le alcanzará su mandato presidencial para ver cumplido el compromiso de Raúl Castro.
No se puede olvidar el origen del FPMR y la complicidad del gobierno cubano con su gestión extremista en Chile después de alcanzada la democracia, como tampoco se puede olvidar la injerencia cubana en la política chilena bajo el gobierno de Salvador Allende.
Sin embargo, y dado el derrotero que va tomando “el perfeccionamiento del socialismo” en Cuba no dudo tampoco que Raúl Castro traicione a sus antiguos cómplice, les ponga una pluma en el trasero y se los venda como “guanajos” a Piñera. Porque los Castro, está demostrado, en temas políticos son capaces de extraerle aceite a los mismísimos ladrillos.
Si no me creen, piensen sólo por un momento en el negocio que hicieron a España con Ángel Carromero, el negocio que quieren hacerle a Estados Unidos con Alan P. Gross, y se darán cuenta de que el gobierno chileno no correrá con mayor suerte. ¿Qué le pedirán a cambio a Chile? Aún no se sabe. Pero de que los involucrados en el atentado a Jaime Guzmán no regresarán gratis, de eso pueden estar seguros. Como decía mi abuelo: p’alante vamos.
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