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viernes, 9 de noviembre de 2012
Polarización y precipicio fiscal
La mesa está servida pero el pavo pudiera desaparecer de ella, o tal vez no alcanzar para todos.
Enero podría ser un mes muy cruel. De la convergencia racional entre la Casa Blanca y el Congreso dependerá. Si la polarización se mantiene sobrevendrá el desastre. Si la negociación arriba las consecuencias podrían ser menores, aunque el desastre siga latente. La terquedad sería insensata cuando no suicida. El presidente Barack Obama y los congresistas de ambos partidos tienen ante sí el desafío. El “toma” y “daca” se impone. Es la hora de negociar.
Si las elecciones en Estados Unidos mantuvieron por varios meses un estado de incertidumbre y crispación, el ánimo para los próximos años resulta poco halagüeño. Un airado “precipicio fiscal” tocando a la puerta. Dos partidos mayoritarios en evidente polarización. Una crisis económica que asfixia y no cesa en sus amenazas.
La escasez de moderación y la proclividad de ambas tendencias hacia el radicalismo en los últimos cuatro años, han profundizado una polarización que se viene gestando desde hace décadas entre republicanos y demócratas; republicanos y republicanos; demócratas y demócratas; y ya se habla de un centro para el cual no faltan quienes piensan en la aparición de un nuevo partido.
Esta polarización tiene variados antecedentes y múltiples factores han incidido en ella, aunque sus orígenes puedan hallarse a finales de los años 60 cuando los estados del Sur empezaron a abandonar a los demócratas y así se mantienen a pesar de que algunos estados sureños, La Florida entre ellos, oscilan debido a la amplia arribazón de emigrantes.
Es notorio que ni Obama ni sus rivales han labrado un terreno de moderación en los últimos años y la faena trajo como fruto una feroz campaña electoral que arrojó la evidencia un país profundamente dividido.
Un somero vistazo al resultado de los comicios sería suficiente para probarlo. Obama gana con un 50%. Romney pierde con un 48. El Despacho Oval en manos de demócratas. La Cámara de Representantes con mayoría republicana. 26 estados a favor de Obama, 24 a favor de Romney.
La mesa está servida pero el pavo pudiera desaparecer de ella, o tal vez no alcanzar para todos. Si ambas tendencias se mantienen en sus trece solo agudizarían el atasco legislativo que sobrevoló en los últimos cuatro años. Por el bien de todos los estadounidenses, no de la preminencia de un partido, ha de irse a la transacción inteligente.
Para que esto se entienda, “el precipicio fiscal” no es otra cosa que la suma de subidas de impuestos y el recorte del gasto público. Ello entraría en vigor a partir del año venidero y entre ambos suponen un 4% del Producto Interno Bruto de la nación.
Según los especialistas estas medidas conllevarían un ajuste que podría empujar otra vez al país hacia la recesión. De ahí es tan importante, imprescindible diría yo, que se llegue a un acuerdo entre la Casa Blanca y los congresistas republicanos que mantienen el poder en la Cámara.
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