El viernes en la noche fue comidilla la noticia de que el gobierno cubano abarataría el coste de las llamadas telefónicas entre la isla y Estados Unidos.
Luego de que un anchor de voz estentórea y bigotón montuno leyera un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores en que se anunciaba la derogación de un decreto ley firmado por Fidel Castro en el año 2000 y la entrada en vigor de uno nuevo firmado por Raúl Castro, los medios de prensa se hicieron eco de la “buena nueva”.
El decreto implementado en el 2000 establecía un recargo del 10 por ciento sobre la tarifa básica por minuto de duración de cada llamada telefónica internacional entre Estados Unidos y Cuba o viceversa, incluyendo las que se realizaban a través de terceros países.
Con la nueva medida anunciada este viernes, el Gobierno del presidente Raúl Castro parece sumar otro gesto a su política de normalizar las relaciones entre la isla y los cubanos que viven en el exterior, cuya mayor comunidad se encuentra en Estados Unidos, y hasta se atreve a enunciar que ello mejoraría la relación entre la población cubana y la emigración.
Buenos que son los comunistas. La realidad es que como consecuencia del aumento de la telefonía celular en Cuba se ha producido una disminución considerable de las llamadas por cobro revertido.
Datos de la Oficina Nacional de Estadística indican que en el 2008 las llamadas por cobro revertido sumaron 4.2 millones de minutos y para 2011 cayeron estruendosamente a 0.9 millones, lo que hace una diferencia de 3.3 millones de minutos.
Esto quiere decir que los ingresos por llamadas de cobro revertido han disminuido notablemente y la tendencia sigue siendo decreciente, por lo que el dinero a compartir con las empresas norteamericanas es cada vez menor y entonces como medida, puramente comercial, rebajan los precios en la llamadas para incentivar un mercado en picada.
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