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miércoles, 6 de marzo de 2013

El salto mortal de Henrique Capriles



Hugo Chávez ha muerto pero Henrique Capriles, casi obligado al salto mortal sobre la maroma política, pudiera ser el gran perdedor. Para ser nominado como candidato presidencial ha de renunciar a su cargo de Gobernador del Estado Miranda, y en caso de no ganar quedaría sin mandato alguno, lo que traería como saga un debilitamiento de la oposición que ya cuenta con muy pocos estados en su haber.

Con la muerte del presidente Hugo Chávez, Venezuela ha de encaminarse a nuevas elecciones en el plazo de 30 días. En caso de que así ocurra, luego de convocados los nuevos comicios habrá un plazo de 90 días para la realización de los mismos, y la batalla electoral puede traer sorpresas desagradable para la oposición si no logra una votación irrefutable que la inmunice contra el fraude.

Todo apunta a que los grandes contendientes de estos comicios serían Nicolás Maduro, quien fue nombrado por el propio Hugo Chávez como su sucesor, y Henrique Capriles, quien hasta el momento parece ser la mejor opción de la oposición, y quien probara en las elecciones pasadas tener grandes simpatías dentro de la población.

Pero ocurre que Nicolás Maduro, quien hasta el martes fungía como vicepresidente del gobierno, ha pasado, según informó el canciller Elías Jaua, a ser el Presidente temporario de la nación, a lo cual habrá de renunciar, según se establece en el artículo 229 de la Constitución, el cual indica que “no podrá ser elegido Presidente o Presidenta de la República quien esté en ejercicio del cargo de Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva (…), en el día de su postulación o en cualquier momento entre esta fecha y la de la elección”.

De igual modo sucedería con Henrique Capriles, quien es gobernador del estado Miranda, ya que el artículo mencionado también señala que no podrá ser elegido quien detente el cargo de “Ministro o Ministra, Gobernador o Gobernadora y Alcalde o Alcaldesa, en el día de su postulación o en cualquier momento entre esta fecha y la de la elección”.

Así, Nicolás Maduro y Henrique Capriles han de iniciar la campaña despojados de sus cargos actuales. Pero la desventaja de Capriles sería que competiría desde abajo, mientras su oponente, Maduro, contaría con toda la maquinaria chavista, ahora envuelta por el mito y la simbología del “héroe caído”.

En esos 120 días el mapa político venezolano puede transfigurarse de forma abrupta. Si gana Maduro y establece un chavismo radical como el que se vislumbra, el continuismo político diseñado por Chávez luego de 14 años en el poder, haría tábula rasa con la oposición y Venezuela perdería la esperanza del regreso de la democracia.

Si gana Capriles, tendría que gobernar -al menos en los primeros tiempos mientras se hagan cambios constitucionales y estructurales donde los poderes vuelvan a funcionar con independencia- bajo la presión de una mayoría de estados en manos de los chavistas y con estructuras que convertirían su mandato en una verdadera odisea.

La batalla será larga, y puede que hasta desleal, pero, aunque pueda resultar paradójico, la oposición venezolana ha de mostrar mucha cautela, y mucha audacia, y más que nada unidad, en estas elecciones que pudieran ser una segunda oportunidad luego de los comicios del 7 de octubre de 2012, no sea, que como dice un viejo adagio cubano, pierdan güiro, calabaza y miel, y lo cubano está muy presente y alerta en ese país.

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