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martes, 18 de diciembre de 2012

Radio Martí: fertilizando la ineficacia

La administración de Radio Martí ha desarbolado y clausurado la biblioteca con que contaba el centro. Lo he sabido, por medio del Blog Para leer sí queda tiempo, que administra el profesor y periodista Alberto Muller. No me tomó por sorpresa ni me causó perplejidad alguna. “Cosas veredes, Cid, que farán fablar las piedras”, recordé de inmediato las palabras de Alfonso VI, dirigidas a Rodrigo Díaz de Vivar, en el Cantar del Mío Cid.

Explica Muller que la biblioteca desaparece por “una supuesta necesidad de construir un estudio de televisión en su local” y se lamenta porque, según él, “era una joya cultural de su propia historia y de la historia cubana”.

Ah, querido Muller, “de gorja y rapidez son estos tiempos” diría el propio José Martí, a quien no sé ya si se honra o deshonra con esa institución. Lo cierto es que la biblioteca de Radio Martí se usaba muy poco, o no se usaba. No son la mayoría de sus empleados muy dados a los placeres de la lectura y, por otra parte, Wikipedia está al alcance de un teclazo, para los pocos que se toman la molestia de verificar su colosal incultura. Lo descabellado es que se cierre un ente poco eficaz para ampliar otro totalmente improductivo. Me explico.

Cerrar la biblioteca no es el error. El fiasco consiste en aferrarse a un fracaso. Radio Martí se oye en Cuba, con interferencia, pero se oye. TV Martí, simplemente no se ve. Lo mismo ocurre con Martinoticias.com: sus visitantes dentro de la isla son tan escasos en la página como el bistec en las mesas de Cuba. Pero la administración sigue empecinada en fertilizar la ineficacia.

Para escuchar la radio, el medio más intruso de cuantos se han creado, solo se requiere de un receptor y se puede hacer mientras se friegan platos en un paladar o se labra un conuco arrendado, además de que no necesita cable coaxial o acceso a internet, solo una buena y bien facturada programación que se transmita por varias frecuencias a la vez. Es a Radio Martí a quien hay que fortalecer.

El servicio de cable televisivo en Cuba es limitadísimo y el acceso a internet es muy parcial, pero además si la oferta es esa que ni en Miami se sintoniza por Mega TV ¿para qué entonces enfilar los esfuerzos y las finanzas por ahí? Un mínimo de sentido común indica que la hendija es la radio y es lo que hay que aprovechar.

Si la noticia hubiera sido que cierran la biblioteca para crear otra cabina de radio que transmitiría por varias frecuencias a la vez y haría más difícil el proceso de interferencia cubano, merecería el aplauso, pero para crear un estudio de televisión, me parece una aberración.

De la programación no hablaré. En cierta ocasión la califiqué de tomada por la frivolidad. Y dije que había perdido el rumbo de su misión. La cual, como se sabe, es brindar información veraz y confirmada al pueblo cubano.

Hoy sé que estaba equivocado. No es frivolidad. Es frijolidad. O peor, intencionalidad. Demasiados desaciertos para ser ingenuos. Promosiones clientelistas. Demosiones arbitrarias. Periodismo de pantorrilla y concepción de Palacio de los jugos y rifas de motonetas. “Cosas veredes, Cid, que farán fablar las piedras.

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