Efraín Riverón (Güines, la Habana, 1942) Poeta y reconocido repentista ha publicado Los días de otro almanaque, Después de la ceniza y De la palabra y el espejo entre otros libros de poesía en los que hace patente su gracia lírica y el poder de su palabra. Vive en Miami.
Naufragio
Herida en el polvo,
calcio del adiós y lo anónimo.
¿El después de los naipes que significa?
¿Jugada misteriosa?
¿Nostálgica evidencia de lo áspero?
El mar ahíto de prisa y espuma,
la sal orada igual.
Al nordeste,
enmudecen mangles y anclas,
ripios de sol jadean sin ritmo.
Fobia al servicio de la ultima estancia
donde las piedras conversan lo de nadie
y no sé que impulso abastece partículas
a los caracoles que azulean.
Tan solo en esta ventana
En esta ventana
perduran días, lunas y pirámides.
Los ángeles se acodan en su alfeizar
y la pintura resume la memoria industrial
de ciertos senos.
En su espacio
todo se abre, cae y levanta,
se desnuda el aire.
Solo en esta ventana
pluma un diciembre sin dolores al miocardio.
Ojo de madera en la noche
la ventana.
Nada de apariencia
No es aparentar,
sino trascender la línea divisoria.
El asco detenido en las membranas
desyerbarlo al sol.
Proferir insultos sobre la sustancia del ídolo
empotrado en sus cruces y escupitajos.
Algo común.
Organizo mi cáncer,
me fue entregado en una bolsa plástica.
(Lo facturan sin previo aviso, al gusto
y menos costo.)
Lo uso a discreción de la sangre,
unas veces la ansiedad me empuja,
en otras lo extralimito entre copas.
Semana tras semana es el mismo,
lo salgo a buscar, lo alineo, lo ajusto
para que no se airee y enmohezca.
Con el primer café
comienza a desplazarse.
La sopa de los mediodías
Para abuela Carmen.
El almuerzo con ella que estaría
poniendo el plato que nos gustara ayer.
Cesar Vallejo.
Nadie como la abuela para hacerla.
Sus dedos, amor acostumbrado,
le daban un sabor enmascarado
que hacía degustarla y proponerla.
El tizne en la cocina de saberla
subía como ángel encrespado;
en la hornilla el carbón ensangrentado
abría una sonrisa para verla.
Cierto día enfermó: De su corazón
se despidió la pobre. La sazón
de costumbre, gemela con su ropa
quedó viuda. El plato y la cuchara
se quedaron sin manos y sin cara.
¡Desde entonces soy lágrima en la sopa!
De la otra parte de la locura
Anda el día cerrado, turbulento,
(cáscara de cielo de otra cáscara)
como si detrás de cada máscara
el hombre averiguara su porciento.
Humea en los alambres un lamento
de pájaros y adioses circulares.
¿Quién se desmiente haciendo malabares
con las hojas, la luz, el aire, el lento
color de las paredes en el fondo
de todo lo cuadrado y lo redondo?
¿Adónde irá el alma que no vuelve?
Anda el día cerrado, !bien cerrado!
Dijérase que un vientre se revuelve
y una espera los brazos ha cruzado.
Muy buena. Muy fresca la poética de Efraín Riberón, sobre todo esta mañana sabatina.
ResponderEliminarGracias,Manuel por compartirlos. Es un placer leerlos.
Tinito
"No es aparentar, sino trascender la línea divisoria".
ResponderEliminarExactamente es eso lo que haces Riveron. Me fascina la manera en que mordeas el verso para lograr imagenes sugerentes y separarte de la rutina. Saludos.