Cuando escribí estas décimas mi amigo Antonio Villarreal y yo estábamos en la cárcel de Boniato. Entonces se las copié a mano y se las envié a su celda, dedicadas a él. Hoy lo vi enredado en la maraña oscura de unos recuerdos horripilantes, mostrando su camisa, esa que conocemos de siete años de lucha por su liberación, y no pude más que volvérselas a dedicar.
Para Antonio Villarreal, por Morón
Luna de la madrugada
que me punza las pupilas,
candil del cielo y en filas
las estrellas. La alborada
demora. Una bocanada
de mi cigarrillo inhalo.
Espero. Ya se ve el halo
de luz que por el levante
me indica que es el instante
de empezar un día malo.
Me levanto. Hay una queja
de mis huesos. En mi cara
crece la barba. Se para
un oficial en mi reja:
es el “recuento”. Se aleja.
Voy al retrete. Me lavo.
Leo la Biblia y alabo
a Dios. De pie desayuno.
No estoy solo. No soy uno,
empiezo donde me acabo.
décimas bien reconcentradas en una realidad, rotundas.
ResponderEliminar