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jueves, 8 de julio de 2010

Cinco destierros y una promesa


Mientras el régimen cubano guarda un silencio conventual sobre el destierro de Antonio Villarreal, Léster Pentón, Luis Milán, José Luis García Paneque y Pablo Pacheco, y la promesa de liberación de otros 47 presos políticos que anunciara el miércoles en un comunicado el Arzobispado de la Habana, los medios de prensa se han abarrotado con titulares que distribuyen éxitos a diestras y siniestra.
Unos consideran que la iglesia católica es la gran triunfadora. Otros exaltan la actitud de Guillermo Fariñas, quien ha permanecido en huelga de hambre durante más de cuatro meses. Los más vinculan al hecho la notoriedad que alcanzó la muerte de Orlando Zapata Tamayo, subseguida por la valentía de las Damas de Blanco y coronada con el largo ayuno de Fariñas.
Más siniestra no puede ser la realidad, ni más diestra la dictadura cubana para desvirtuarla.
El real triunfo corresponde a 51 años de fracasos económicos que han puesto a la dictadura tropical en el peor de los atolladeros y del cual sólo saldría con el auxilio de nuevos subsidios que eviten el colapso final.
Frente a ello, el régimen cubano se ha visto en la necesidad de apelar a viejas trácalas—usadas con la misma frecuencia con que se han producido las crisis internas—para solventar, posiblemente, el último malabar de una gerontocracia en franca decadencia.
La decisión de liberar a los 52 presos restantes del Grupo de los 75 se convierte en un arma ofensiva tras una larga posición defensiva en que lo había colocado su torpeza económica y política.
Al liberarlos salvaría ciertos obstáculos concretos: acalla los reclamos de Amnistía Internacional que sólo reconoce a estos 52 como presos de conciencia, y con ello deja sin fundamento el discurso que las Damas de Blanco han defendido desde hace más de siete años, respalda la propuesta del gobierno español para la eliminación de la Posición Común, y entrega al Presidente del Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Collin Peterson, elementos para defender y apoyar el proyecto de Ley H.R. 46 45 que levantaría la restricción de viajes de estadounidenses a Cuba y facilitaría la venta de productos agrícolas, con lo que obtendría una ayuda económica que le permitiría entregar a sus herederos una situación nacional más llevadera.
Indudablemente que es una excelente noticia, sólo que hasta ahora tenemos únicamente cinco destierros y una promesa de liberación—y los Castro son especialistas en prometer e incumplir. Habría que ver qué ocurre dentro de tres o cuatro meses, plazo que han puesto para hacer realidad su compromiso con la Santa Iglesia Católica, cuando Miguel Ángel Moratinos no pueda conseguir unanimidad—votación que normalmente sólo ocurre dentro de los regímenes totalitarios—en el Parlamento Europeo para eliminar la Posición Común, o Peterson no logre pasar el Proyecto de Ley H.R. 46 45. Por otro lado, habría que ver si tras este “fructífero” diálogo con la Iglesia viene el diálogo con el pueblo y se le permite la libertad de expresión y prensa, la libertad de asociación, la libertad de empresa y comercio, la creación de partidos con tranferenciabilidad de poder, si se admite la división de poderes del Estado y se eliminan las leyes que permiten juzgar por delitos políticos. Entonces podríamos hablar de verdaderos triunfos del pensamiento de Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas, el Grupo de los 75, las Damas de Blancos, y miles de cubanos más que han empedrado este largo camino hacia la libertad y el respeto a los derechos fundamentales del ser humano.

2 comentarios:

  1. Me alegro enormemente por esta porción de LIBERTAD, por ellos y sus familias... ahora no más nos queda esperar que se respeten la totalidad de sus derechos.

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  2. Rotunda y claramente dicho, mi querido Manuel,
    Un abrazo

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