Llamarle a la policía política cubana Seguridad del Estado es un eufemismo barato como los que acostumbra usar el régimen castrista, pero es, además, un error de concepto garrafal desde el punto de vista militar.
Cualquier país que cuente con unas Fuerzas Armadas tendrá un G-2, esto es, un cuerpo de inteligencia que, a su vez, se subdivide en inteligencia y contrainteligencia. Por obvio, no es necesario explicar a qué se decida cada cual.
Pues bien, la inteligencia cubana se divide en secciones, y una de ellas es la Sección 21. La sección 21 recibe el eufemístico y represivo nombre de Grupo de Enfrentamiento a la Contrarrevolución. Y como a todo disidente, opositor pacífico o desafecto, en sentido general, se le llama contrarrevolucionario, no hay opositores ni presos políticos, por lo que, el propio régimen impone no se le llame policía política a los miembros del Grupo de Enfrentamiento a la Contrarrevolución, y así se lo ha tratado de imponer a la oposición interna, y la actual administración de Radio Martí a sus empleados.
El Grupo de Enfrentamiento a la Contrarrevolución es quien arresta, registra hogares de disidentes, prepara turbas para reprimir protestas públicas, y en caso de órdenes superiores, prepara expedientes que presenta a la fiscalía, en la mayoría de los casos, con acusaciones tergiversadas, falsas o desvinculadas del accionar opositor de los implicados.
Si a este Grupo de Enfrentamiento a la Contrarrevolución, por su ejecutoria, no se le puede llamar policía política, como ha ordenado, vía e-mail (correo electrónico) la nueva administración de Radio Martí, ¿cómo podrían llamarla quienes la padecen día a día en las calles de Cuba?
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