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martes, 8 de diciembre de 2009

MEMORIAS DE UNA PERIODISTA


LA TRAGEDIA DEL PRESIDIO POLÍTICO



Por Angélica Mora



Cuando era niña, por una razón que no recuerdo, alguien me llevó a conocer el interior de una cárcel.


Sería que me portaba mal y como aviso esa persona quiso demostrame el otro lado de las consecuencias de una mala conducta. No lo sé.
Luego, más adelante como universitaria visité un penal como parte de la práctica que pedía la Escuela de Periodismo para que probáramos las aguas en este aspecto de la noticia policial.
Esto se hacía en primer año, cuando nos llevaban a la Morgue y otros sitios que podíamos encontrar si llegábamos a superar la carrera.
¿A qué viene este preámbulo?
Al horror que tuve al ver por primera vez una celda y comprobar lo mucho que amaba la libertad y que me moriría si caía en una prisión.
Contemplé las celdas helada y casi sin respiración. Y juré nunca hacer nada para caer en una.
¡Cómo puede ser -me decía- que se pierda algo tan precioso como ser libre, que no se pueda sentir el viento en la cara... e ir adonde uno quiera!
Sin embargo, hay hombres y mujeres que he conocido en mi carrera que están en esas temibles celdas y han perdido la libertad por amor.
No me interpreten mal. No amor pasional, sino amor a la patria. Paradógicamente, defendiendo su derecho a ser libres.
En mi propia experiencia y puedo atestiguar que era cierto: un día hablaba con ellos por teléfono a Cuba a través de Radio Martí, y al otro día estaban presos y lo conmovedor era que sabían perfectamebnte el riesgo que corrían y que yo advertía antes de comenzar a grabar.
No doy nombres, porque no quiero dejar a ninguno sin recordar.
La mayoría forma parte del grupo de los 75 que fueron detenidos en la llamada Primavera Negra en el 2003 por órden de la maldad infinita de un régimen decadente, que desgraciadamente aún tiene completa autoridad dentro de la Isla.
De estos presos aún quedan 54 pudriéndose en las celdas infectas de las cárceles cubanas.
¡Que justicia puede haber, si se comtempla indiferente tanto dolor!
A la miseria del presidio político cubano se ha unido el de Venezuela, país tambien querido por mí, por haber vivido 10 años allí.
Me pregunto, ¿dónde están las instituciones que se suponen fueron creadas para evitar esta clase de abuso?
Están en su sitio y actúan solamente si a un miembro de la cofradía -que ha ido comprando razones y conciencias- lo mencionan como violando la ley.
Ahí sí, están pronto a moverse, luchar y asegurar que son los otros los equivocados.
Mientras tanto, el sufrimiento en las cárceles prosigue sin que el resto del mundo se inmute.
Pero, ¿por qué le va a importar?
Como está, la vida es fácil y sin complicaciones.

2 comentarios:

  1. Poeta: ahora somos también colegas de vicio blogósfero. Todavía mi blog está en ciernes; te devuelvo el favor enlazándote al mío. Espero que pases por la tertulia en Café Demetrio y tenerte como invitado en alguna presentación. Saludos, Joaquín

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  2. Gracias, Joaquín, estoy seguro de que pasaré por tus dos equinas: la de la tertulia y la del blog, que sé que ambas son buenas y hechas con decencia.

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