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jueves, 17 de diciembre de 2009

DEJAME QUE TE CUENTE


SIRO Y TULIO*


Un cuento inédito de:


Susana Della Latta.










Siro era un atleta, un dandy solterón. Tulio un obrero con diabetes.

Siro tenía un espejo colgado junto a su cama y se acicalaba a diario. Sus trofeos de ciclista estaban quietos en la vitrina del cuarto contiguo.
Tulio eligió la cocina para permanecer a menudo, batiendo huevos frescos, mezclando leches y avenas.
Siro desaparecía al atardecer.
Tulio se levantaba temprano.
Siro hacia chistes constantemente y jugaba con los niños del getto.
Tulio empalidecía siempre.
Siro era delgado y usaba bigotes. Tulio perdió el pelo temprano.
Siro, se cuenta, fue deseado por mujeres jóvenes y hasta mantuvo amoríos con su prima.
Tulio se iba a la calle a pagar por placer.
Siro solía asistir a los estadios para ver competir a su equipo de fútbol.
Tulio miraba la televisión todas las tardes.
Las habitaciones giraban alrededor de un patio interior lleno de rojas macetas enormes. Baldosas quebradas eran reemplazadas por otras con diferente diseño y todas ellas formaban dibujos eclécticos y asimétricos. Pero las paredes despintándose por el paso del viento y la lluvia recuperaban su dignidad con el mismo color ocre del principio. La puerta de entrada siempre verde y sólida. No había techo que cubriera hasta llegar al comedor en el extremo opuesto del patio.
La primera habitación pertenecía a los objetos dejados por personajes que emigraron después del matrimonio. Allí la vitrina, mesas, sillas, cuadros, valijas, radios, espejos, cortinas, almohadones, cerámicas con etiquetas originales, canastas llenas de frutas muertas, fotos, lámparas y pequeñas alfombras.
El comedor en la otra punta exactamente en dirección contraria al cuarto de nadie. De él se unían dos cocinas, como si en una no pudiesen caber las preparaciones del domingo. 2 refrigeradores, 2 fregaderos, 2 hornallas.
El gran ventanal del comedor, copió la formula de las baldosas y como dentro de la boca de un anciano, fue perdiendo sus dientes de cristales con el correr del tiempo. Otros vidrios de colores se compraban en el mercado, más efectivos, más económicos.
Las baldosas y el gran ventanal.
Pero entre estos dos extremos de la habitación de nadie, y las cocinas con su comedor, había 3 dormitorios.
El primero pegado al cuarto de objetos en desuso era ocupado por una mujer.
El que estaba junto al comedor, por un matrimonio.
Y en el medio de estos, se hallaban Siro y Tulio en otro cuarto.
Siro tenía la cama a la derecha y en su pared se abría una puerta que lo conducía fácilmente a las vitrinas.
Tulio ocupaba la izquierda, y por un pasillo angosto interno llegaba a la cocina.
Siro amanecía temprano y salía a correr.
Tulio cargaba su bolsa con un par de herramientas y esperaba el micro que lo dejaba en la fábrica.
Siro se agitaba frecuentemente y era de perder su compostura. Lo dejaban gritar.
Tulio se angustiaba por nada. Alguna que otra vez lloró frente al televisor mirando películas.

Siro murió antes que Tulio.
Pero fue Tulio quien estuvo enfermo largo tiempo en un hospital.
Siro lo visitaba a diario cuando empeoraba y los médicos anunciaban que podía morirse, y le ponían un tubo de oxigeno. Tulio no podía hablar.
Una vez Tulio casi se va en la sala de operaciones. Entonces Siro sufrió un paro cardiaco y al día siguiente falleció.
Tulio mejoró y fue transportado a la casa para vivir 2 meses más. Volvió a su cuarto. Siro no estaba…
Aunque no se dirigían la palabra desde hacía 20 años, Tulio lo extrañó tanto que prefirió seguirlo en el destino ese de morir en invierno.
Se dice que pelearon una vez por una sombrilla negra, la cual Tulio tomó por equivocación creyéndola suya, y la perdió en el tren o en casa de una mujer.
Se dice que la susodicha también estaba interesada en Siro, y consiguió enamorarlo.
Se dice que Tulio la dejó embarazada, mientras ella ardía por Siro.
Pero fue en verdad esa sombrilla extraviada un día lunes, de lo que se habló más tarde.

*La administración de la página pide disculpas a sus lectores por un lamentable error ocurrido en la primera aparición de este cuento que resultó inconcluso, También pedimos disculpa a su autora que fue quien nos avisó del desaguisado. 





1 comentario:

  1. No conocía a la autora. Muchas felicitaciones.
    Y para Manolo, que le ha pillao el punto a la Internet. Quién te lo iba a decir guajiro!!!

    Salir de la maravilla del castrismo para ser premiados por el cruel capitalísmo con un juguetico para decir y publicar, casi, to lo que se le ocurra a uno!!!!

    Abrazo navideño.

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