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jueves, 28 de enero de 2010

Noche de historia


Palabras de Sylvia G. Iriondo en la presentación del libro “Cuba: 1952-1959. The True Story of Castro’s Rise to Power”

Casa Bacardí.
Miércoles, 27 de enero de 2010.


Muy buenas noches a todos.
Constituye para mí un inmenso honor haber sido escogida por mi querido amigo e insigne cubano, el Dr. Manuel Márquez Sterling, como una de las presentadoras de su más reciente y esperado libro: “cuba: 1952-1959”.
El título presenta los siete años que sirvieron de justificación para que, a partir del primero de enero de 1959, se instalara en nuestra patria el más devastador de los sistemas políticos.
En esta presentación, auspiciada por “Herencia Cultural cubana” y el “Instituto de estudios cubanos y cubanos americanos” de la universidad de Miami, tengo también el privilegio de compartir el panel con reconocidos académicos, historiadores y expertos en el tema, como lo son el Dr. Bertie Bustamante, el Dr. Marcos Antonio Ramos y el Dr. Alberto Luzárraga.
Conocí verdaderamente a Manuel cuando alguien me regaló su novela histórica, “Hondo corre el Cauto”.
En cada una de sus páginas, y en la magistral narración de la historia, sentí el palpitar de esa patria vibrante gestada por la entrega y el sacrificio de nuestros “mambises” a través de las guerras independentistas, que culminaron finalmente en la instauración de la república de cuba, el 20 de mayo de 1902.
Y es precisamente de esa joven, pujante y prometedora república, de los incansables esfuerzos de un líder político de la talla del Dr. Carlos Márquez Sterling, padre del autor, y de otros notables cubanos, para evitar su eventual destrucción, así como de las razones por las cuales la más brutal y larga dictadura comunista en nuestro hemisferio logró imponerse en el poder, de lo que trata el formidable análisis y la profunda reflexión de aquel período en nuestro pasado como nación a la cual nos convoca el Dr. Manuel Márquez Sterling.
Pertenezco a la generación de 1945. Generación que apenas cumplía los siete años cuando se produce en Cuba el golpe de estado de batista en 1952, que rompe el ritmo constitucional de la república. Generación que apenas asomaba a lo mejor de su juventud y potencialidad cuando comienza la larga noche de la tragedia nacional cubana en 1959.

La Cuba que recuerdo y que marcó para siempre la esencia de mi identidad, a pesar de los problemas políticos que indudablemente existían, era esa Cuba cordial, donde mi generación se educaba y crecía en un ambiente sano, familiar y feliz, mayormente ajena a la magnitud de lo que verdaderamente estaba en juego para el futuro de la nación cubana, hasta que tuvimos un fuerte despertar a una prematura madurez.
Lamentablemente hoy, más de medio siglo después, generaciones de cubanos –en la isla y en el exilio- continuamos viviendo las nefastas consecuencias del colapso de la república de Cuba en el período que enfoca el autor. Unos viviendo en la patria sin libertad; otros viviendo en libertad sin la patria. Pero todos anhelando la patria y la libertad.

Manuel nos lleva a través de este período crucial partiendo de las condiciones socio-económicas que existían en Cuba durante la etapa que recorre su libro, lo cual establece claramente que no podía justificarse una revolución social en Cuba, que estaba para ese entonces muy por encima en adelantos socio-económicos que la mayoría de los países latinoamericanos e incluso del resto del mundo, incluyendo varios de Europa y de Asia, que se han colocado muy por delante de la Cuba actual, destruida por el comunismo.
Esclarece el autor con gran precisión cómo los problemas que existían en nuestro país en aquel tiempo eran de carácter político y no socio-económico; y como llega la tiranía al poder más que por la capacidad militar del movimiento revolucionario 26 de julio, por la ineptitud del gobierno de batista; por la desmoralización en las filas del ejército; por la violencia; por la corrupción; por las campañas propagandísticas manipuladas desde la Sierra Maestra con el respaldo periodístico de medios de prensa; por la política mal concebida en torno a Cuba de los Estados Uniodos. Dirigida desde el cuarto piso del Departamento de Estado durante este período; pero, sobre todo, por la inhabilidad de los partidos –y algo de indiferencia de muchos cubanos– de poner el bien común de la patria por encima de intereses políticos partidistas y discordias estériles, en aras de preservar las instituciones democráticas establecidas en la constitución de 1940 y lograr una solución política que evitara el vacío de poder del cual Castro se aprovechó para apoderarse del país.

Recuerdo, como el libro correctamente señala, la popular frase, escuchada en aquel entonces por doquier, de que “cualquier cosa era mejor que batista”. ¡Cuanta destrucción, muerte, encarcelamiento y sufrimiento se hubiesen podido evitar de haber estado conscientes de que no “cualquier cosa” sino “la mejor cosa” es lo que protege los fundamentos cívicos y morales sobre los cuales se construye y se preserva la república “con todos y para el bien de todos”!
Los mitos y falacias propagados por el régimen totalitario de Fidel Castro, tan elocuentemente descritos por Néstor Carbonell cortina en el prólogo del libro, y enfatizados por el autor a través de su contenido, nos muestran cómo la percepción se convierte en realidad para muchos cubanos que creyeron que “mejor que batista, cualquiera”, a pesar de las irrefutables evidencias que mostraban las peligrosas tendencias y la penetración comunista en el movimiento 26 de julio, desde sus orígenes.
Es en las continuas acciones y constantes llamamientos del Dr. Carlos Márquez Sterling, encaminados a buscar una solución para salvar a cuba del abismo que se avecinaba a pasos agigantados, donde su liderazgo político se acrecenta.
Márquez Sterling propone una tercera opción –sin Batista y sin Castro- por medio de una resolución ordenada y constitucional, y la celebración de elecciones libres, pluralistas y honestas que articulen las aspiraciones democráticas del pueblo cubano. Desgraciadamente para Cuba, el desenlace fue otro.
El libro de Manuel nos insta a plantearnos qué pasó; nos obliga a cuestionarnos cómo fuimos de la plenitud moral de nuestro proceso independentista a la zozobra de nuestra república, y nos llama a evaluar el período de 1952 a 1959, para sacar lecciones provechosas que contribuyan a la reconstrucción de esa república de cuba –libre, independiente y democrática- que aunque con imperfecciones alcanzamos y perdimos.
Los errores del pasado deben servirnos de guía para recorrer el camino justo, inconcluso aún, donde han quedado profundamente marcadas las huellas e ideales de muchos cubanos patriotas que ofrendaron sus vidas, sus mejores años en prisión y sus incesantes esfuerzos por la patria, que sólo llegará a su destino con la instauración en ese país –que sigue siendo el nuestro- de un sistema que garantice libertad, igualdad de oportunidades y felicidad a todos sus hijos.
La tercera opción por la cual abogaba el Dr. Carlos Márquez Sterling sigue hoy tan vigente como ayer. Medio siglo después de que el comunismo llegara al poder en nuestra patria, la meta sigue siendo la misma: el restablecimiento de la república basada en un estado de derecho, democrática, pluralista, con pleno respeto a las libertades fundamentales de sus ciudadanos.
Si la cuba del futuro podemos construirla sirviendo a la república y no sirviéndonos de ella, por medio de sólidas instituciones democráticas; de la ley establecida con justicia y raciocinio; y de la cubanía que heredamos de nuestros antespasados y que nos mantiene como nación genuina en el exilio, no podrán surgir otros demagogos que engañen al pueblo para convertir el país en un feudo de su tiranía. Ni para dar golpes de estado, ni para hacer revoluciones.
Si la cuba del futuro cuenta con el compromiso de todos los cubanos amantes de la libertad; del levantamiento cívico que ya ha comenzado en la isla, y de un exilio militante que ha mantenido su identidad nacional y ha rescatado el legado ardiente de la soberanía moral “mambisa” de los escombros en que la dictadura comunista ha intentado enterrar a la república, Cuba reconquistará su destino brillante.
Esa república, a cuyos valores, principios y fundamentos dedicó su vida el Dr. Carlos Márquez Sterling, no morirá mientras existan cubanos como Manuel, que la definan y que sirvan de voz orientadora a las nuevas generaciones de cubanos, quiénes tendrán, junto a nosotros, la inmensa responsabilidad y el sagrado deber de reconstituirla.
Muchas gracias.

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