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jueves, 19 de noviembre de 2009

OTRO CANTAR







LA ESPERA Y LOS NAUFRAGIOS















Pesa la angustia mucho.
Deploro ese morral de basaltos abyectos
que pone zancadillas a la dicha
y doblega de sombra a las miradas.
La tristeza es un mal que padecen los necios.
Después del llanto hondo quedan los ojos limpios
para saber que el mundo se estrena en cada otoño.
No es eterno el otoño, las hojas se renuevan.
Fui hecho de candores que malgasté en la ruta
intentando saber si era el camino
o yo me lo inventaba.
Lloró mi ingenuidad y lloraron mis gónodas.
Aprendí que la vía era una luz
sin dueño y sin confines.
Quien se quedó atascado en uno de sus haces
creyó haber atrapado el último destello.
Era la misma noria, el círculo infinito
la sierpe fabricada de mirlos y crepúsculos
que me brindaba besos de miel adulterada.
Anduve sin pensar si era adelante
pero estuve consciente que crecía
No he llegado.
Sigo marchando estoico y germinal,
semilla agazapada en la fisura de una roca
que espera por la tierra
para darle raíces a sus albores.
Los emblemas me son indiferentes
sus borlas, su entorchado,
el relumbrón letal de las alturas.
Más alto habrá otro muro que me invite a saltarlo,
quizás, que lo derribe,
no voy a lamentarlo ni no lo consiguiera
porque de todo intento se nutre mi estatura.
Aplaudo cada vez que llueve en mi jardín
y las yerbas arpegian su creciente rapsodia de verdores.
Aplaudo cada vez que un anciano saluda
que otra aurora lo acoja en sus relumbres
y vence las fatales artritis del recuerdo.
Aplaudo cada vez que empina el sueño un niño
--cual frágil papalote desafiando los cierzos--
sin saber que el cordel lo maneja otra mano
pero nada le importa
porque se sabe dueño de un reloj que es muy joven.
Pesa la angustia mucho.
Por eso lanzo piedras contra las aflicciones,
guijarros que me lleven donde habita el anhelo.
Me alivia sonreir cuando la nieve, la muchacha tardía
que ya no se aguardaba, el tifón,
los amigos que parten, la mancha en los espejos
la espera y los naufragios.

6 comentarios:

  1. Maravilla de poema, que no nos falten coño

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  2. Yo también aplaudo mucho, tesoro... Y ahora mismo, a ti. Y recuerdo aquellos atardeceres de los primeros días... Y río mucho, y lloro menos, aunque lloro muy bien, pero río mejor todavía. Enhorabuena, corazón! Me has alegrado mucho. Besos mil y bendiciones, todas!
    COCO

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