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domingo, 20 de mayo de 2012

Castigo inmerecido

“La Guerra Fría debe terminar. Es un castigo inmerecido”, ha asegurado el historiador de La Habana y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Eusebio Leal, en una conferencia que pronunció el viernes en el Centro de Estudios Brookings de la capital estadounidense.

Ello parece más una argucia que una verdad histórica. Es como si Leal en un inusitado laxus mentis –algo muy impropio de su proverbial memoria– intentara hacernos olvidar que la “guerra fría” terminó tras el arribo de Mijail Gorbachov al poder y el posterior derrumbe del campo socialista, y que ha sido el gobierno que él representa quien se ha mantenido enquistado en la obsoleta formula totalitaria.

Si es cierto que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tienen fosilizados matices de la guerra fría se debe precisamente a que Cuba es el único país que caprichosamente, y cuando todos sus congéneres transitaron hacia la democracia, se ha mantenido –sometiendo a su pueblo a las más precarias condiciones de vida– ejerciendo el poder a la vieja usanza.

Estados Unidos, la Unión Europea y, más importante que todo, el propio pueblo cubano, ha convocado al gobierno de la isla a que transite hacia la democracia, devuelva a la sociedad los derechos conculcados y realice elecciones libres y plurales, pero esto no ha ocurrido.

La guerra fría terminó para todas las naciones que hace más de veinte años eligieron el camino de la democracia. Es el régimen castrista quien ha renunciando durante todo este tiempo a que se desarbolen las antiguas barricadas. Sabe la cúpula gobernante cubana que la única vía de sobrevivencia que le queda es mantenerse atrincherada en un pasado que le propició el poder absoluto, y al cual no está dispuesta a renunciar.

Las banderas blancas que hoy –en un desesperado intento ante la debacles económica– alza Eusebio Leal solo enmascaran los cañones que apuntan al pecho de su pueblo. ¿Cómo pedir tregua si aún truenan las explosiones? ¿Cómo pedir el cese al fuego si los disparos aún ensordecen?

La guerra fría debe terminar. Es la hora del armisticio. En ello tiene razón Leal. Basta de sacrificar a un pueblo. Cese el partisanismo. Depóngase la posición numantina. Ábrase Cuba al mundo para que el mundo se abra a Cuba. Pídasele al arcaico, ruinoso, insostenible régimen castrista que se desatrinchere y marche por la senda de la democracia, y, como en el resto del casi olvidado campo socialista, concluirá la guerra fría.

El pueblo cubano solo espera libertad para manifestarse en todas sus potencialidades. Los inversores del mundo solo esperan confiabilidad legal para ayudar a la isla a convertirse en un país próspero. Las naciones del mundo solo esperan democracia para acoger, en igualdad de voz y derecho, a la isla. ¿A qué esperan los Castro?



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