XVII
Fueron a la batalla
y al retorno
el villorrio cantaba ajeno de la guerra.
Penélope, ebria, olvidaba sus caras
y en el jardín la yerba
derrotaba al jacinto.
El hogar era otro
y el hombre que volvía
sólo en el sueño trajo al que partió.
Del pecho hasta las urnas
viajaron las medallas
y la guerra fue un hueco
olvidado por todos
pero abierto por siempre en el pecho de Ulises.
XX
La pregunté a los sabios
y en oscuras palabras me trazaron un mapa
donde las latitudes enredaban mi ruta.
Le pregunté a los viejos
y sólo me dijeron que anduviera,
que de poco valdría su experiencia
aunque se repitieran en mí sus travesuras.
Le pregunté a los ebrios,
reían, se burlaban,
y después entre llanto
preguntaron lo que les preguntaba.
Le pregunté a los héroes
y en sus pechos hallé sólo preseas
y unos ojos lejanos que todavía indagaban.
Pregunté, pregunte.
XXXIX
El hombre ya pasó por el jardín. Quemó
a la mariposa sus dos alas. A la rosa
fragancia le puso su azadón. Por este trillo
absurdo se fue el hombre. Aquí dejó de horcones,
un pozo en heredad al caminante. Legó la partitura
que arpegia la arboleda, donde una vez
soñó con su corona. Marchóse sin laurel,
y sin espinas. Desnudo se marcho. Iba cantando.
Quién sabe si a jugar al recomienzo. Nada
lo asaltará sin que él lo espere y tenga
preparada una sonrisa. Su zapato se fue.
Quedó el galpón que a reposo convoca al peregrino.
Dirán que colosal, lo elevarán a piedra, trenos
repetirán para loar su nombre. Mirará
compasivo –sin brizna de arrogancia- se verá
repetido hasta en la albura azul de sus cabellos
y obsequiará la brújula que ya no le hace falta.
La Habana, 1987
Otro sorbo de agua de manantial para un espiritu cansado.
ResponderEliminarUn uso muy inteligente de las combinaciones métricas para lograr un ritmo excelente. La gente cree que hacer verso libre es alinear palabra como fichas de dominó y decir cualquier cosa con prosaico deleite. Saludos.
ResponderEliminarGracias Angélica y Heriberto por leerme y estimularme.
ResponderEliminarun abrazo