Por Raúl Tápanes Estrella
La envidia, planta maldita,
crece en lo oscuro del alma
y le arrebata la calma
al cuerpo donde palpita.
Al hombre bueno le quita
su virtud en pocos plazos,
va dando pasos y pasos
y a Satanás se parece,
crece mucho, tanto crece
que el alma cae en pedazos.
La envidia es una corriente
que al río de las virtudes,
sólo le agrega inquietudes
y arrasa con lo decente.
Es un veneno presente,
es un sentimiento frío
que dice: “Yo desconfío”.
Veneno que viene y va,
que en el río siempre está
y envenena a todo el río.
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