El plomero de los sueños
Por Manuel Vázquez Portal
¿Qué fuentes ha querido componer Orlando Zapata Tamayo, qué cañerías rotas, qué conductos tupidos?
Orlando Zapata Tamayo está preso desde marzo de 2003. Aquella Primavera Negra de hace casi siete años lo sorprendió tratando de llevar el agua fresca de la libertad a los hogares cubanos. Preso aún ha tratado de que el cantar de la fuente no cese. El no ha cesado de componer grifos, de purificar los estanques, de sellar salideros. Por eso su condena total es de 36 años de cárcel, impuestos por la Policía Política cubana en 9 juicios a puertas cerradas, en los que no han participado sus familiares, ni le han brindado derecho a abogados para la defensa.
¿Es Cuba un acueducto descompuesto que mata de sed a sus ciudadanos? ¿Una alcantarilla desbordada que asfixia con sus aguas negras y su fetidez a los habitantes que la pueblan? ¿Un muro derrumbado que no quiere aceptar su desplome?
¿Cómo llamaría el canciller Miguel Ángel Moratinos a Orlando Zapata Tamayo si fuera español?
¿El fontanero del alma?
Para nosotros es el plomero de los sueños.
Orlando Zapata Tamayo: un plomero humilde –como se le dice en Cuba a los fontaneros- ha soñado con que el agua de la sociedad sea límpida, que corra transparente y sin valladares que le impidan el salto y el murmullo, que inunde los sembradíos y las cocinas, que el campesino no tenga que esperar por el milagro del gobierno para ver crecer sus hortalizas, que las mujeres no tengan que medir con jarritos sus fregados.
Orlando Zapata Tamayo es un albañil decoroso a quien por aspirar a que el muro dé paso a todas las puertas y ventanas, le han cerrado todas las puertas. Entonces él se ha visto obligado a abrir la única posible: morir porque se abran todas. Desde el 3 de diciembre Orlando Zapata Tamayo se ha declarado en huelga de hambre. Tiene en sus manos una llave de extensión para resistir ante la barbarie y una cinta métrica para que todos sepan el largo de su coraje.
Pero la cloaca quiere arrastrar con sus heces a la bondad y el amor. Orlando Zapata Tamayo batalla con las pocas herramientas que posee: su sangre, su valor y su entereza. Es de los plomeros que no se amilanan frente al torrente desbocado. Mientras los albañales quieren ahogarlo él pone para la libertad sus manos y su frente “como un árbol carnal, generoso y cautivo”.
Por Don Alternán Carretero
Un día que Dios estuvo enfermo
Por Don Alternán Carretero
María Libertad Ferrer Peña cumplirá siete años el día 15 de junio. Y será la séptima vez que su padre no aparezca con un regalo para ella. No habrá piñatas ni alegría. Ella nació tres meses después de que su papá fuera arrancado brutalmente del seno familiar. Quizás María Libertad sí nació un día que Dios estuvo enfermo.
En marzo de 2003 la policía política cubana tenía la orden de que Milka María Peña se quedara sola con su hija sin nacer y tuviera que criarla entre visitas a una cárcel y angustias en las noches de llantos de la niña.
Era la Primavera Negra de Cuba y la policía política cumplió la orden. Llegó, en aparatoso operativo militar, a casa de Luis Enrique Ferrer García y se lo llevó. Se lo llevó y él no pudo ver la sonrisa de la enfermera que le dijera que había tenido una linda niña. Se lo llevó y por eso Luis Enrique no aparece en ninguna foto de cumpleaños de María Libertad. Se lo llevó y por eso María Libertad no sabe lo que es un cumpleaños junto a su padre.
Luis Enrique tenía entonces 29 años. Era Miembro del Movimiento Cristiano Liberación en Puerto Padre, un pueblito al norte de Las Tunas. Soñaba que las miles de firmas recogidas por el Proyecto Varela sirvieran para que el gobierno cubano entendiera que el pueblo no estaba siendo feliz y reclamaba cambios. Pero el gobierno no entendió. Lo condenó a 28 años de cárcel y siete años después los cambios se hacen más necesarios y el gobierno más sordo y María Libertad sigue cumpliendo años en ausencia de su padre.
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