Voces de muerte sonaron/ cerca del río Quibú durante la última quincena. Las redes sociales, la blogosfera y algunos medios de comunicación se hicieron eco de la parodia lorquiana para el Camborio tropical. Sin embargo, este miércoles, a prima noche, la prensa oficial cubana acalló la melodía fúnebre con una felicitación a estudiantes de medicina firmada, dizque que por el mismísimo endeble anciano que en su última aparición física preguntara a Benedicto XVI en qué trabajaba el papa.
Fidel Castro puede estar vivo o muerto. Y ya no sería sorpresa. Ha fallecido y resucitado tantas veces. No creo que a estas alturas de la vida, la globalización y la velocidad que ha alcanzado la cotidianeidad sea muy relevante. Por supuesto que su deceso es una noticia esperada por la importancia que revistió su liderazgo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, pero, ahora mismo, no va más allá de cierta curiosidad arqueológica..
Para Cuba y para el mundo la desaparición del caudillo antillano ya no es más que el cierre de un capítulo concluido, porque todo lo que representaba murió antes de él. La revolución cubana falleció en los primeros años de existencia cuando traicionó su esencia. El socialismo real al que se apegó luego de apartarse del sendero democrático por donde se había enrumbado la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista “colgó el sable” en los finales de la década de los ochenta. El espíritu guerrillero que exportó hacia América Latina y otros confines de la tierra “estiró la pata” con la adopción de la vía electoral de la izquierda para llegar al poder. Los descabellados planes a largo plazo para sacar a Cuba de la pobreza y el subdesarrollo hoy solo muestran la triste osamenta de un país arruinado. Los pioneros que él deseaba fueran con el Che han envejecido a lo largo de un tenebroso y eterno “período especial. Sus cómplices dictatoriales de Medio Oriente han ido desapareciendo paulatinamente desde Irak hasta Libia. Su propio modelo de gobierno, según el nuevo gobernante cubano que heredara el poder, está siendo remodelado por ineficiente. ¿Qué queda entonces? Solo una papelera intrascendente que remeda pensamientos y frases que abarcan desde Abraham Lincoln hasta Adolfo Hitler, desde José Martí hasta Carlos Marx, desde el Eclesiastés hasta Juan Calvino.
La expectativa de que con su fallecimiento también moriría su manera de gobernar se diluyó en un traspaso de poder a la manera monárquica que ha seguido, aunque a dura penas, viviendo arreada por su hermano Raúl Castro. Sus más notables oponentes dentro y fuera de la isla también han ido siendo abrazado por las parcas, excepto algunos ya añosos robles espirituales que sueñan y luchan por sobrevivirlo.
Si está vivo o muerto solo lo sabe la más alta y reducida cúpula gobernante cubana. Y no se espere, por el momento, que se anuncie oficialmente el óbito de para quien se ha de preparar un funeral al estilo faraónico con duelo nacional y ataques histéricos incluidos, que, supuestamente conmovería a la opinión pública internacional. La noticia, en caso de que la tiesura ya lo haya invadido, no será divulgada hasta tanto no haya concluido la expectativa global que despierta, en medio de una gran crisis económica, las elecciones en Estados Unidos, eso sería correr el riesgo de que la información ocupara un cintillo en la última plana de los diarios, juntos a los comic, y el cierre apresurado de los noticiarios televisivos, y eso Fidel Castro, quien fuera un verdadero mago en el uso de los medios de comunicación, jamás se lo perdonaría a Raúl y sus seguidores.
Coincido contigo, esperarán el momento oportuno para que salga en primera plana.
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